Cartas para Arya

18. Caí en mi propia mentira

— ¿Un ensayo? ¿De qué me servirá hacer uno ahora si estamos próximos a los exámenes finales?

—No te quejes Fer, en la universidad te pedirán uno por semana—dijo Caroline, amablemente.

— ¿Y quién dice que yo seguiré estudiando luego de graduarme?—agregó Fer, divertida. Era de las pocas veces que intervenía en clase, exclusivamente para dar a conocer sus incomodidades.

— ¿Y tu, Arya? ¿Qué temas piensas elegir?—pasa de ella y se fija en mi, por primera vez en lo avanzado del trimestre.

Me aclaré la garganta, analizando todas mis opciones. El porcentaje de nota equivale a la mitad del promedio, dándome más probabilidades de mejorar mi ponderado y de esta manera facilitar la elección de una de las universidades de la Ivy League.

Cada punto, te daba una ventaja de promedio ponderado de la generación.

Mi padre se había encargado de inculcarme la importancia de tener excelentes calificaciones sin importar la situación o circunstancia que se presente, si tenía un promedio ideal podría ingresar a la universidad que me disponga la mejor propuesta académica. Ha ahorrado desde el primer día que ingreso a trabajar en el banco de San Francisco, me ha dejado claro su mayor anhelo es verme convertida en una profesional, a diferencia de sus hermanas, quienes vivían de lo que el estado les ofrecía mensualmente para sus hijos, y de quienes mi padre se había alejado por haber elegido a mi madre, antes de casarse. Generando un tipo de trauma en él y no dejar de repetirme cuánto se ha esforzado para poder pagarme la universidad que yo decida.

— Pueden elegir sobre la psicología en el amor , o ¿puede el deseo sexual ser clave para el comportamiento del humano?—la clase entera se rió ante lo que ella acababa de decir y Caroline hizo un ademan de incentivarme a hablar—Recuerden que el tema a elegir es totalmente libre, así no sentirán que es un trabajo sino una manera de expresar sus emociones.

— Sobre el papel que juegan las emociones en nuestra vida, tal vez—murmuro.

— Te recomiendo dejarte llevar por tu presente—se detiene al estar a mi lado y se inclina para decir lo siguiente: como el amor, por ejemplo.

La miré un momento, confusa, antes de beber un poco de té helado de mi termo de acero.

Fernanda y yo intercambiamos una mirada y no supe que más decir así que solté una risa incomoda.

Martes: tres días antes de verme obligada a pasar un fin de semana con Sebastian y mi padre, había pasado la cena de ayer buscando excusas que mi padre podría usar, pero estaba emocionado por el hecho de verme con cualquier otra persona que no sea Aleksander. Ah, y por pasar tiempo conmigo, claro.

— Me sorprende lo poco que te importa que alguien nos vea—dice Aleks.

Estábamos (escondidos) en la sala del conserje, rodeados de utensilios de limpieza, incluso un bote de basura, y la luz apagada, solo el destello del día que se colaba a través de la rejilla de la ventanilla.

La vida que lo conozco, sé de medida que es la persona más higiénica que puede vivir en este mundo pero es capaz de estar rodeado de basura con tal de tenernos cerca unos minutos.

Su aliento queda atrapado en mi garganta y trato de no pegar sus labios con los míos, si iniciábamos ahora no saldríamos nunca.

— Me importa estar contigo.

Las palabras salían mucho más fáciles de lo planeado.

Y fue ahí cuando él cortó la poca distancia que nos alejaba, un beso saciado de alivio y desesperación.