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¿Qué acaba de decirle Kengkla?

¿Acaso le dijo que lo que quería? ¿Sinceramente? ¿De corazón?

No, no podría haber sido eso.

No.

Kengkla todo lo que quería era obtener su pureza para asegurarse años de vida. Sí, eso era. Pero era un demonio, claro que confundía sentimientos con necesidad.

No hacía falta jugar así de sucio.

Se miraron el uno al otro. Ambos respirando con dificultad. Parecía que todo lo que se escuchaba era su corazón, su traicionero corazón latiendo a mil por hora por aquella confesión de la que seguro había un truco detrás.

Lo más probable es que Kengkla, después de dejarle desnudo sobre la cama, pensara que era la mejor manera de hacerle sentir mejor.

—No tienes que mentirme... —Le dijo en apenas un susurro.

Le dolía. La vida ya era una mierda, no hacía falta mentirle tan descaradamente.

Kengkla no dijo nada, en su lugar llevó su mano hasta su mejilla.

—No te estoy mintiendo. —Le aseguró.

—Claro que lo haces, y no debes hacerlo, no tienes que. Yo voy a darte los años de vida que necesitas. No puedo ser tan cruel. Por más que las personas a mí alrededor lo sean, yo no puedo —Y sonrió—. Gracias, gracias por volverme a mis cinco sentidos.

Techno avanzó a la cocina. No tenía hambre, pero necesitaba mantenerse ocupado. Estaba seguro que, por más que volvía a sentirse cuerdo, si se quedaba sin hacer nada, volvería a llorar desconsoladamente. Pero mientras dejaba agua bajo la hornalla de la cocina y cortaba unas verduras se hirió un dedo. Kengkla que estaba a su lado puso los ojos en blanco, y desapareciendo los cuernos, se acercó, le arrebató el cuchillo y preparó una sopa espesa y deliciosa.

Techno sonrió. Kengkla era un demonio, pero al igual que Tin no lo parecían. Eran amables, dedicados, lo contrario a lo que uno pensaría que fueran.

***

Era la primera vez que Kengkla experimentaba aquel dolor en el pecho. Y no era por rechazo, por descontado lo sabía, después de todo el deseo de Techno era Del. El dolor era producto de que Techno no creyera en sus palabras. Le había costado horrores darse cuenta y admitir sus más profundos miedos, pero ¿todo para qué? para que Techno le diga que no le mintiera.

Quería gritarle al muchacho que nada de lo que le dijo fue mentira mientras Techno cortaba desastrosamente las verduras, pero Techno eligió ese momento para cortarse el dedo.

"¡Ni sopa puede hacer!" pensó con enfado.

Sin embargo, esa persona torpe era a quien no podía sacarse de su mente. Le gustaba. Le tenía un aprecio que nunca había tenido por nadie más allá de su familia.

¿Es que acaso los hijos del Rey estaban destinados a amar sólo hombres?

Y mientras servía la sopa en dos tazones, Kengkla volvió a sacar el tema sobre cómo es que Techno sabía sobre sus 99 años de vida, y que estaba a punto de morir. Dudaba mucho de que la fuente fuera su padre. Jamás iría a visitar al humano ¿Algunos de sus hermanos tal vez? También lo dudaba.

—Para ser un demonio, tienes habilidades culinarias muy buenas. —Le dijo Techno mientras probada un bocado de su sopa.

Kengkla sacudió la cabeza.

—Vivo solo desde joven, y comemos comida como ustedes, pero no me has dicho ¿quién te dio información sobre los demonios? más específicamente sobre mí.

Pacto con un Demonio [Klano]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora