22

114 24 4
                                    


Kengkla había llegado a su casa muy temprano en la mañana para descansar en su adorable habitación cuando las campanas de la puerta anunciaron visitas. Maldijo a todos los demonios del mundo, pero sabiendo que podía tratarse de su padre, se puso de pie y caminó hasta la puerta.

No era su padre, pero si su hermano mayor, Can. Y no parecía estar de buen humor, pues ingresó dándole un fuerte golpe en los hombros e inspeccionando cada rincón de su casa.

— ¿Dónde está Tin?

Esta vez fue Kengkla quién frunció el ceño.

— ¿Tin? Aquí no está ¿Por qué lo buscas?

Y otra persona apareció en la puerta de su casa. Esta vez era Tar junto a Tum.

—Padre —se acercó Tar—. ¿Cómo es eso de que Tin desapareció? Él no puede haberse ido ¿verdad? Iré a la casa de tío Ae. —dijo sin esperar respuesta alguna.

Kengkla miró a su sobrino y pareja desaparecer y a Can palidecer. Mandó sus ganas de dormir al mismo infierno y cerró la puerta. Ahora entendía parte de lo que estaba pasando. Tomó el brazo de su hermano mayor y lo llevó hasta el sofá, inclinándose sobre sus rodillas como si él fuera el mayor.

—Can, no te preocupes ¿Quieres? Ya encontraremos a Tin. Él nunca se iría. Confía en mí. Él te ama. Eres la persona más sagrada en su vida. —No mintió en lo absoluto. Creía cada palabra de lo que decía, pues era verdad. Tin jamás se iría, jamás traicionaría a Can.

Cinco minutos más tarde, Tar volvió, informando que ni Ae ni Pete se encontraban en casa. Can sacudió la cabeza.

—Pete no está porque padre necesitó de sus servicios. Madre está ocupada formando a la pareja de un demonio que es un ex humano. Sólo quedaba él para la misión —Se mordió el labio inferior—. Pero que Ae no esté ¿Creen que...?

La pregunta quedó en el aire, porque sí, había veces en las que el dúo se iba junto, en especial cuando Ae se aburría y tomaba la decisión de acompañar a Tin a sus travesuras.

—Pero Tin me hubiese avisado. Él siempre me avisa cuando irá a alimentarse. —Can miró a Tar—. ¿Dónde está Tum?

—Fue a consultar con el Rey.

Cuando Tum apareció, una hora más tarde, no traía la mejor de las caras. Tar se apresuró en ir a abrazarle por la espalda y reconfortarlo un poco.

—Tu abuelo mandó a tío Pete a una misión especial —Dijo, mirando a todos menos a Kengkla—. Creo que tío Ae y tu padre Tin están en el mundo humano, intentando salvar, o eso creo yo, al objetivo de tío Pete.

Kengkla y Can le miraron desconcertados sin entender por qué carajos Tin y Ae tenían que interponerse en la misión de Pete. De hecho, interponerse a la labor de un Regularizador no era en lo absoluto normal.

Tar se aclaró la garganta, mirando finalmente a Kengkla.

—Creo que es obvio lo que está pasando, tío. El abuelo está metiéndose en tu vida. La misión de tío Pete es ese chico, tu antiguo pacto, Techno. No lo culpo por querer hacer algo —Se apresuró a agregar—, es decir, mira, desde que dejaste a ese muchacho pareces...vencido, gastado por el tiempo, como si hubieses envejecido, y eso no es posible. Pero sé que se fue al carajo... ¿No lo ven? Quiere traerlo para ti, porque cree que funcionará como tu pareja, aunque esa decisión sólo te corresponde a ti, claro está.

Kengkla sintió un tumulto de cosas en ese mismo instante. Primeramente, ira, ira hacia su padre. Acababa de terminar otro pacto para satisfacerlo, completar su fachada de mírenme-todos-estoy-bien, y todo ¿para qué?

Después, sintió miedo. Pete era un Regularizador. Uno que se encargaba de hacer a los humanos demonios, es decir, matarlos. Tehcno sería asesinado y puesto a pasar todas las pruebas para convertirse en un demonio. De repente, sin poder hacer llegar el aire a sus pulmones, boqueando por algo que le haga funcionar los pulmones que posee, todo giró. Cerró los ojos con fuerza. Su cuerpo entero había empezado a temblar.

Techno iba a morir porque su padre había pensado...

¿Qué?.

Empezó a oír su nombre en todas direcciones, sintió un par de manos sujetarle. Abrió los ojos y los miró.

—No puedo permitirlo. No puedo —Dijo, desapareciendo en la estela negra para aparecer en la universidad a la que había asistido por unas semanas.

Podría haber ido junto a su padre, pero ¿Y si en ese tiempo Pete llevaba a cabo su misión? 



Nota: Hoy estoy contenta, logré terminar el Klano que estaba escribiendo en el teléfono. Por ahora tiene 7 capítulos y se llamará "Reencuentro". Me falta pasarlo a la compu e ir editando. Para el Lunes capaz ya lo estoy publicando. 


Pacto con un Demonio [Klano]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora