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Tul, que aquel día vestía un traje rojo, se encontraba con Pete frente a un área sólo conocida por ellos dos. El lugar, a diferencia de otros en el inframundo, era un foso en el pico de un cerro, iluminado apenas por llamas verdes a lo largo de las paredes de tierra. Gritos de terror y dolor salían de allí. El rey y el Regularizador estaban en la cima, mirando y escuchando atentamente. De entre todos los gritos, uno sobresalía de los demás. Era fuerte y estaba mezclado con llanto. Si tuviera un cuerpo, seguro tendría los dedos sin uñas ya que estarían mutiladas por los rasguños en las paredes. Tal vez hasta no tuviera sus dientes, o al menos así lo imaginaba Pete al oír aquellas miles de almas encerradas bajo el pacto de un demonio.

Pete suspiró con pesar.

—Esa alma está sufriendo como ninguna otra. —Le dijo a su Rey, refiriéndose a la más potente.

Los pactos eran resultados de los deseos humanos, humanos que estaban inconformes con la vida que les ha tocado. Tal vez si la gente disfrutara más su vida humana... Pero él no podía decir mucho al respecto, después de todo, estaba al lado de Ae porque él también había estado inconforme con su vida humana.

—Así es, su alma está atormentada porque el pacto realizado la encerró y obligó a estar con alguien cuando ella ya tenía sentimientos fuertes por otra persona. —Explicó Tul.

—Esos sentimientos deben de ser muy fuertes para no caer antes los poderes del demonio que lo encerró para cumplir con su pacto. Y usted no puede hacer nada, porque es un alma encerrada. —Respondió Pete.

—Exacto.

—Pero no creo que sea la primera vez que sucede ¿Verdad?

—No, no es la primera vez.

—Pero si la primera vez que le importa, me gustaría saber por qué, pero no me corresponde saberlo. La cuestión es ¿Qué puedo hacer yo?

—Ayudarme. —Le respondió Tul mirándole a los ojos.

—No lo com... prendo... —Contestó despacio Pete, comprendiendo poco a poco lo que Tul quería de él—. Quiere que traiga al chico que le mantiene en esas condiciones... si ese chico desaparece, el alma será libre ¿Verdad? —Tul asintió—. No es un alma tomada por usted, por eso no puede hacer nada al respecto. Ahora lo entiendo. Ahora sí necesito saberlo, no haré esto sin saber por qué.

Tul suspiró y se pasó la mano derecha por el mentón. Estaba muy serio, pero Pete sabía que detrás de esa seriedad se escondía una profunda preocupación, sin embargo ¿Cuál era la causa?

—El muchacho se llama Techno

Y Pete lo comprendió todo. No podría tratarse de otro Techno.

Tul prosiguió.

—He hablado con Ae y Tin. Ese chico parece haber sacado algo en mi hijo Kengkla. Tú también lo crees, lo viste hablar sobre él según Ae.

—Ae no debería de haberle contado algo que su hermano le contó en confianza —Contestó mientras pensaba en regañar a su pareja—, pero sí, creo que Kengkla siente algo por ese muchacho, y creo que ahora se ha dado cuenta de ello. Pero hay un problema: Techno deseó por ésta alma —Dijo, señalando la estela de luz que gritaba desgarradoramente—. Puedo traerlo para Kengkla. Sin embargo, existe la posibilidad de que haga lo que las otras parejas de Can hicieron, arder en el fuego, y eso marcará a su hijo por los siglos de su vida.

Tul no dijo nada a sus palabras, y Pete supo que estaba dispuesto a correr el riesgo.

— ¿De verdad correrá el riesgo? Ae me ha contado lo mal que estuvo Can y yo fui testigo de lo mal que trató a Tin los primeros años que estuvo aquí. Le costó un infierno superar todo, hasta el día de hoy sigue cada paso que su pareja da.

—Pero lo hizo, lo superó. Mira, conozco a Kengkla, y sé que si bien ahora está buscando un nuevo pacto, lo hace para no llamar mi atención ni la de sus hermanos. Lo intuyo, es mi hijo, y sé que se le viene una depresión que lo llevará a la muerte y no voy a permitirlo, y si tengo que matar y robar las almas de todos los humanos para hacerle vivir, lo hará. Así que... ¿Me ayudarás?

Pete suspiró. No le gustaba demasiado la idea, pero era su trabajo traer a las personas potenciales parejas de demonios. Y si decía que no, Tul podría ordenárselo.

—A Kengkla no le va a gustar esto.

— ¿Sí o no?

El Regularizador suspiró profundo.

—Sí.

—Bien.

***

¿Pete debería de mantener su misión como un secreto? No estaba seguro de ello, pero estaba seguro de que no podría ocultárselo a su pareja. En gran parte, todo se debía a la bocaza de Ae. Pero antes, decidió darle una larga charla sobre no contar cosas que le fueron dichas en confianza.

—¡Cuando estábamos en casa de Can no dijiste nada! —Le reprendió Ae.

—Pero contárselo a tu padre es diferente. Sabes que a tu hermano no le gusta tenerlo inmiscuyéndose en su vida.

— ¡Pues le hubieras dicho a mi padre que no y punto! Hay otra Regularizadora más para ese trabajo, no eres el único.

—Tú madre está en una misión importante. Además, tu padre me lo hubiera ordenado. Si no lo hace a la primera es porque soy tu pareja, pero sabes que si le hubiera dicho no, no hubiera tenido reparo.

Ae frunció el ceño y apretó los puños. Pete supo que aquella pelea terminaría en nada, como en muchas de las que han tenido en su vida. Ae odiaba perder, y siempre que discutían huía. Y así lo hizo, despareció frente a sus ojos, dejándole la palabra en la boca. Pete odiaba cuando pasaba eso. 



Nota: Cuando papá interviene en la vida del hijo 

¿Será para bien? ¿Complicará las cosas? 

Gracias por los comentarios, me alegran el día. Gracias por las estrellas, me hacen saber que les gusta. Gracias por las lecturas, sé que hay alguien ahí del otro lado dándole una oportunidad a la historia. 

Gracias totales. 

Pacto con un Demonio [Klano]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora