Capítulo 8

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Melia abrió los ojos después de haberse sumido en un tremendo trance. Transportar al zénir a la torre de Arthis la había dejado exhausta, pero perder a la criatura la había destrozado. Debilitada, pero algo recuperada tras el trance, salió dela habitación en la que se encontraba y cerró la puerta detrás de ella. Apoyó la espalda en la fría madera y dejó escapar un largo suspiro agotado.

– Arthis ha sobrevivido –pronunció furiosa, hablando hacia la pared de piedra que tenía delante–. No puedo permitir que se entrometa en mi plan junto con ese insufrible elfo rúnico. Aunque prefería evitarlo... ya tenía otro mago en mente; alguien que me puede ayudar encantado a mi causa. Si lo que se cuenta sobre él es cierto, es muy posible que sea más poderoso que Arthis... pero también más peligroso.

Largein llegó por la mañana a las ruinas del castillo del mago, después de haber pasado la noche en el Bosque de Helt

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Largein llegó por la mañana a las ruinas del castillo del mago, después de haber pasado la noche en el Bosque de Helt. El lugar estaba desolado, la explosión lo había demolido casi todo, a excepción de algunos trozos reconocibles de torre que estaban desperdigados entre los escombros. El guerrero buscó con la mirada al mago traidor. A simple vista, parecía que su cuerpo no estaba por allí, por lo que creyó que: o había sobrevivido, o los animales salvajes que habían visto su cadáver se lo habían comido, cosa que dudaba tratándose de un mago como Arthis. Aunque le doliese reconocerlo, el conocido traidor era demasiado poderoso como para dejarse matar.

– ¡¿Dónde estás?! –gritó desesperado mientras giraba en busca de algún indicio del mago. La derruida torre no le devolvió respuesta alguna a su pregunta–. Quizás en Halum sepan algo sobre lo que ha ocurrido. 

Largein se fue entonces al pueblo a través del bosque por el que había venido, sin dejar de canturrear "Mi bravo caballero". 

El célebre ladrón lanzó una daga contra la pared para acallar las voces de sus camaradas

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El célebre ladrón lanzó una daga contra la pared para acallar las voces de sus camaradas. Cuando se calmó el ambiente, Mirrion se apretó los guardabrazos y se ajustó los guantes para darse un tiempo antes de empezar a hablar. Era la primera vez en mucho tiempo que los miembros de El Ratón Esmeralda se reunían al medio día; todos estaban visiblemente alterados e irritables por haber sido convocados allí tan temprano. Mirrion no esperaba otra cosa, pero confiaba en que lo entendiesen. 

Luceros en la Oscuridad: El príncipe desterrado [Edición definitiva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora