Dos

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Había llegado la hora de irse a casa. El médico había evitado entrar a donde el menor. 

Durante todo el día, su corazón latía como loco, mientras su emoción era notable en la estúpida sonrisa en su rostro. 

Finalmente lo tendría con él, finalmente podría cuidarlo. Aunque sabía que no de la manera a la que a él le gustaría, pero albergaba la esperanza de que pronto sería de esa forma. 

Pues como su madre alguna vez le dijo, con amor y paciencia podrá lograr lo que quiera. Y lo que más quiere desde hace tiempo es a Gulf. 

Jannie no se había despegado en todo el día del menor, cuidando de que comiera. 

Mean le había dicho que podía irse, sin embargo, Mew le dijo que lo mejor era no darlo de alta hasta que él saliera de trabajar. 

Por la tarde, Zee le había entregado los documentos donde dice que él sería desde ese momento el tutor legal del menor. 

Salió de su oficina más emocionado que nunca, se sentía como un mocoso de secundaria enamorado. 

Esperaba no cruzarse con Mean, pues ya no soportaba sus burlas. 

—¿Estás listo? —preguntó tratando de ocultar la emoción en su voz. 

Gulf ya se encontraba totalmente vestido con la ropa que llevaba el día anterior, esperando sentado en la camilla. Jannie tenía pocos minutos de haberse ido, a pedido del menor. Pues sabía que estaba cansada de pasar todo el día con él. 

Gulf asintió, saltando de la cama para seguir al médico fuera del hospital. 

Caminar por los pasillos no fue sencillo para ninguno de los dos. Algunas enfermeras y pocos residentes —Pues la mayoría le temía al médico— liderados por Mean, le daban sonrisas cómplices y algunos murmullos. 

—Qué pase buena noche, Doctor Suppasit. —había dicho con descaro Mean. 

Mew enseguida lo aniquiló con la mirada, mientras el menor prefería no ver a nadie, así que iba con el rostro agachado. 

—¿Qué fue todo eso? —preguntó divertido el menor, una vez estuvieron en el auto del médico. 

Mew se sorprendió, pues él creía que Gulf se sentiría tímido, pero tal parece no le costará mucho ganarse su confianza. 

—Oh bueno. —Mew se rasco la nuca antes de encender el auto. —Es sólo Mean molestando. Nos conocemos desde la universidad. 

Gulf sonrió sin decir nada más. Los primeros minutos en el auto fueron en silencio, y aunque Mew creía que sería incómodo, la realidad es que no. No había ese aire tenso que creía, se sentía cómodo en el silencio con el menor. 

—Así que ¿Dónde vive? —Gulf rompió el silencio. 

—Bastante cerca. Es solo que a esta hora siempre hay tráfico. 

Gulf asintió lentamente con la cabeza. —Entiendo. En caso de emergencias y todo eso llegar rápido ¿no? 

—Si, más o menos. —Mew lo miro de reojo sonriendo. –¿No te sientes incomodo con esta situación? 

—No realmente. —respondió observando por la ventanilla. —Nunca me sentí como en casa ¿sabe? Nunca me sentí parte de ellos. 

—Bueno, pero ¿no te parece raro que un completo extraño sea ahora tu tutor? 

Gulf se giró a verlo. —No es un extraño para mí, señor Suppasit. 

Mew se sintió nervioso al sentir la mirada del menor, las palabras de Gulf hicieron latir con fuerza su corazón. 

Doctor SuppasitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora