Diecisiete

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Tal como Mew lo había dicho, dejo al menor en casa mientras él regresaba al hospital. 

Antes de irse, quiso asegurarse de que Gulf estuviera bien, así que además de pedirle que activará la alarma de la casa y le llamara si necesitaba algo. Mew llamo a Luke —guardaespaldas de su estudio — para que mandara hombres que cuidaran de la casa sin molestar o incomodar al menor. 

Una vez en el hospital y sin importar la hora, llamó a Zee para ponerlo al tanto de lo que había presenciado. Su abogado cada vez estaba más convencido de que el caso lo tenía ganado. 

Al siguiente día, Gulf salió de casa para presentarse con Jannie para trabajar, no sin antes llamar a Mew para avisarle lo que haría. El médico estaba a punto de entrar a una cirugía así que no pudo acompañarlo. 

Por otro lado, Toby estaba reunido con su madre en un pequeño departamento a las afueras de la ciudad. 

—¡Te dije que no lo hicieras! 

—Solo quería ayudarte... —decía, con voz afligida su madre —. No quisiera que fueras a prisión, mi niño. Mi pobre corazón no lo soportaría. 

—Por supuesto que no —resopló divertido, Toby —. ¿De dónde sacarías dinero si no fuera por mi? No sabes hacer nada, lo único que haces es gastar dinero. 

La madre abrió la boca ofendida por las palabras de su hijo, llevándose una mano al corazón como si le hubiera hecho daño aquellas palabras. 

—Sabes que no es así. Tu eres mi hijo, mi niño. Jamás soportaría verte tras las rejas... 

Toby torció la boca en un gesto de sonrisa triste. 

—Por qué te quedarías en la calle, porqué tu única manera de conseguir dinero sería trabajando y eso es algo que no eres capaz de hacer. 

—Estás siendo muy injusto. Siempre te lo di todo... 

—No, mamá — interrumpió Toby —. Yo te lo di todo a ti. Yo soy quien ahora está en riesgo de ir a prisión por dártelo todo a ti. ¿Qué te preocupa, madre? ¿Qué te arrastre conmigo? ¿O qué se te caiga el teatrito de la "señora correcta y distinguida" que... 

Toby se detuvo cuando recibió el impacto de la mano de la mujer en su mejilla. El chico la miró sorprendido pero casi al instante su mirada se endureció. La mujer quedó muda y paralizada al darse cuenta de lo que había hecho. 

Abrió la boca pero las palabras no salían, dio pasos hacia atrás instintivamente sintiendo de pronto miedo de lo que su hijo pudiera hacerle. 

—Hijo... yo... 

Las palabras quedaron atoradas en su garganta cuando Toby enredo sus dedos en el cuello de la mujer ejerciendo suficiente fuerza para hacer que el rostro de la mujer se volviera rojo. 

—En tu puta vida me vuelves a poner una mano encima ¿has entendido? —los ojos de la mujer casi se salen de su lugar, mientras las lágrimas resbalaban de sus castaños ojos —. Si algo valoras tu vida ¡largate! Porque si te vuelvo a ver, olvidaré que me diste la vida. 

La soltó de mala manera, haciendo que la mujer cayera de rodillas al suelo sobrando su cuello, dando grandes bocanadas de aire tratando de llenar sus pulmones, observando con terror cómo su hijo abandonaba aquel departamento. 

Nadie mejor que ella conocía a su hijo y de lo que era capaz, así que apenas se recuperó tomó sus pertenencias y huyó de aquel lugar, atemorizada por las represalias que Toby pudiera tomar en su contra. 

Por otro lado, Mew regresaba a su oficina después de haber pasado cerca de ocho horas en quirofano. Estaba sumergido en su móvil enviando mensajes de texto a su pequeño, preguntando si le gustaría que fuera a buscarlo, cuando salió del ascensor en el piso de su oficina se encontró una visita desagradable que lo puso tenso. 

Doctor SuppasitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora