Diecinueve

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Los golpes en la puerta alertaron a la dulce pareja que compartía el desayuno en la sala, frente al televisor. 

Joss salió de una de las habitaciones, hizo una señal con la mano para que se quedarán en su lugar, mientras él iba y miraba por la mirilla. 

—¡Suppasit, se que estás ahí! —decía una voz grave, del otro lado de la puerta —. Más vale que abras. 

—No veo a nadie —informa Joss, quien continúa mirando por la mirilla. 

—¡Escuche eso! 

Mew soltó una risa suave al reconocer aquella voz, dejó un beso en los labios de Gulf y se levantó, golpeando el hombro de Joss para que se apartará. 

Al abrir la puerta, un hombre de estatura baja entró furioso. Joss le frunció el ceño y se llevó la mano al arma a su espalda, preparándose para atacar si es era necesario. 

Él hombre recién llegado observó a Gulf en el sofá y su gesto se suavizó. Gulf dobló las rodillas de modo que se abrazó a ellas, como un escudo, dándole una mirada a Mew. 

—¿Qué haces aquí? —preguntó Mew, divertido por la escena de su amigo. 

Le dio una palmada en el brazo a Joss en señal de que todo está bien y que podía relajarse, después camino de vuelta al sofá, donde se sentó a un lado de Gulf, llevando las piernas del menor a su regazo. 

—Bueno... yo... 

Mew alzó una de sus cejas, viendo al hombre que irrumpió en su departamento. 

Un carraspeó salió de la profundidad de su garganta, cuadro los hombros, enderezó su postura y volvió al ceño fruncido en dirección al médico. 

—¿Qué es esta mierda? —soltó molesto, mostrando su celular al médico. 

Mew suspiro profundo, poniendo los ojos en blanco. 

—Creo que es bastante obvio, Mild. 

Él gesto del hombre sólo se endureció más por la respuesta del médico. 

—Ven, hablemos en mi oficina. 

Él médico se levantó, acuno las mejillas de su pareja dejando un dulce y delicado beso sobre sus labios. 

—Ahora vuelvo, cariño. Quédate con Joss ¿si? 

Él menor asintió, sonrojado. No estaba acostumbrado a las demostraciones de cariño de su novio cuando no están completamente solos. 

En los tres días que llevaban en el departamento del mayor, el único testigo de sus demostraciones de amor era Joss, por ello es que él hombre que velaba por su seguridad prefirió dejarlos solos, encerrándose en su habitación donde tenía acceso a las cámaras del exterior del edificio. 

Mew se levantó, pidiendo a su amigo que lo acompañará hasta que se encerraron en una de las habitaciones que Mew había habilitado como su oficina. 

Se sentó en la silla detrás del escritorio dejando al hombre de estatura baja de pie, frente a él. 

—¿Qué está pasando? ¿Por qué quieres dejar el hospital? 

—No lo estoy dejando del todo. 

—¡Pero si el correo que enviaste anuncia tu retiro! 

—Como presidente del hospital, si. No como médico. Simplemente propuse a varios candidatos que pueden quedarse con el puesto y hacerlo mejor que yo. 

—¿Por qué ya no quieres dirigir el hospital, tu hospital? —Hizo énfasis en lo último. 

Mew guardo silencio, es cierto que Mild es su amigo y socio del hospital, pero los últimos años no habían sido tan cercanos como anteriormente y no quería hablar sobre los detalles de su vida, como el peligro que estaba corriendo su novio y él mismo. 

Doctor SuppasitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora