40.

3.1K 397 112
                                    

Cada vez que miro mi reflejo siento un vacío, uno que nadie llena. Soy alguien hueco, un inservible para el mundo, alguien que debería respirar una última vez y desaparecer. Soy un estorbo en mi propia vida.

Esa noche me atormenta como una soga enredada en mi cuello que se aprieta con el pasar del tiempo, me roba el aliento, me quita mis fuerzas, me arrebata mis sueños, la vida...¿Qué más pueden quitarme si ya no tengo nada?

Hubiera deseado haber muerto en aquella oportunidad, dejar de sentir esto que me carcome día tras día, pudriéndome. Grito en mi silencio esperando que alguien me escuche, que tome mi mano y no la suelte, me abrace hasta que todas mis piezas se junten reconstruyéndome de nuevo, volviéndome uno y único. Ese uno que tanto extraño de mí, ese que ya no existe.

El tiempo nunca curó mis heridas, simplemente hizo que las ignorara mientras seguían sangrando, vendas hechas por sonrisas falsas y lágrimas de frustración ocultas en saltos de euforia, y el dolor, mi particular recordatorio de sanar y repararme. Nadie me quería, nadie necesitaba a alguien como yo, ni yo mismo quería una versión de mí por ser inútil, un débil y miedoso...

Nadie necesita a una persona que se paraliza y no actúa cuando debe hacerlo.
Nadie quiere a un joven que huyó de casa con miedo a morir por puños que con fuerza impactaba en sus costillas.
Un cobarde que no pudo salvar a su madre de ese monstruo que los devoraba día tras días.
Nadie quiere un omega como él,
Nadie necesita a Kim Seok Jin.

Pero se equivocó.

Una noche alguien lo miró como si fuera su única esperanza, esa salida de ese túnel oscuro, helado y solitario, ese amigo que tanto necesitó una vez. Un chico de mejillas rellenas, con cabello castaño y ropa ligera. Su mente jamás olvidará esa mirada que expresaba terror mientras se encogía en medio de la calle siendo ignorado, como si se tratara de un animal callejero que se mojaba bajo el cielo oscuro y tenebrosos relámpagos.

- A- ayúdame - pidió aquel muchacho mientras lloraba - P-por favor.

Lo levantó de inmediato con un poco de dificultad, sus ojos se agrandaron al ver una mancha de sangre en su pantalón , lo llevó a su refugio escondido entre contenedores de basura en un callejón poco concurrido y olvidado, su hogar era de plástico y tablas, algo común de personas que vivían en la calle. El castaño se quejaba mientras lo acostaba en la estera y quitaba su ropa mojada cambiándolo con algo seco, prendas limpias pero un poco desgastadas - No me dejes solo - pidió entre sollozos agarrando fuertemente su antebrazo - Era necesario - dijo y se acostó junto a él quitándose su abrigo luego de darle un par de analgésicos que tenía guardados - No podía darle una vida miserable, no podía tenerlo - lo abrazó casi con desesperación ahogando sus sollozos en su pecho sin importar que probablemente tuviera mal olor - No quiero estar solo - pidió casi suplicando - Tengo miedo - apretó aún más - M-Me a-asustan los rayos.

- Te cuidaré - dijo Seok Jin con su mano acariciando el cabello castaño que tenía un ligero aroma a coco - No dejaré que nada te lastime - su voz sonaba suave, casi como una promesa e intentando calmar al omega tembloroso quien se apego aún más a él - Estás a salvo - se sobresaltó al escuchar el estruendo y potente sonido de los truenos - Estaremos bien.

Esa noche Seok Jin se obligó a dejar de lado su miedo a las tormentas, y su plan de morir se canceló cuando fue interrumpido por un muchacho de mejillas regordetas que planeó quedarse y ocupar gran parte de su corazón, sin ningún permiso, sin preguntar, y sin que el mismo lo supiera. También, ocultó esa carta donde expresaba cuan decepcionado estaba de sí mismo, harto de seguir ese martirio de tomar una respiración más, ese suplicio que era vivir, y la razón, el único y suficiente motivo para poder continuar: Jimin.

Un Omega con mal olor. [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora