Un Omega con mal olor. [Yoonmin]

9.

- Espere...¿qué? - contestó Yoongi con una mueca de confusión.

- No soy la persona a quien deberías agradecer - se acercó con un objeto en su mano - Fue un omega y esto le pertenece - dijo mirando al alfa tomar el objeto cuadrado entre sus manos envuelto en periódico  - Él es tu verdadero salvador. - alzó sus hombros - Se le olvidó en mi auto.

- ¿Y quién es? ¿Cómo se llama?- preguntó extrañado por la figura de lados iguales entre sus manos - ¿Esto lo dibujó él?

- No, yo lo hice - dijo moviendo sus manos buscando dentro de su chaqueta y pantalón su cajetilla de cigarrillos - Maldición - murmuró el anciano y miró al pálido alfa con curiosidad - Tal vez, ¿no tienes cigarros por ahí?

- Es un hospital - dijo con obviedad - Soy un paciente, ¿Cómo diablos tendré un cigarrillo? - contestó molesto Yoongi - No se puede fumar aquí dentro - bufó el azabache  - Mejor respónda - exigió el alfa -  ¿Quién es ese omega? ¿Acaso sabe su nombre?

- No lo sé, olvidé preguntar - dijo alzando sus hombres para luego bostezar - Ahora, es tu problema. Búscalo y dale las gracias - giró para salir de la habitación pero la voz del alfa recostado lo detuvo.

- Pero usted le dio una pintura - dijo Yoongi cruzando sus brazos - Debe conocerlo, ¿no? - preguntó con su ceja alzada - O por lo menos dígame donde lo encuentro - gruñó bajito al ver mayor hacer un ademán en su mano restando importancia - Es un anciano muy molesto, ¿sabe? - dijo rodando sus ojos.

- Tengo solo 68 años, niño - respondió tajante - Tengo mejor salud que tú. No estoy en una cama de hospital - dijo irritado, se detuvo un momento antes de tomar la perilla de la puerta y añadió - Lo encontrarás en las calles.

- ¿Cómo?

- Es un indigente - respondió saliendo de la habitación sin mirar la cara de asombro y desconfianza del alfa recostado en su camilla con su boca abierta como pez fuera del agua - Maldición - murmuró Yoongi.

El castaño hurgaba en los contenedores, su mano movía las cosas con cuidado evitando lastimarse, el olor era bastante malo pero con el tiempo la nariz se  acostumbró. Encontró un par de botellas plásticas, pisoteándolas y metiéndolas en su costal, tomo un par de cartones que encontró y los sostuvo bajo su brazo para cerrar el enorme contenedor de color azul.

Jimin estaba concentrado en amarrar con piola su pequeño costal con botellas, hasta que una mujer se acercó al castaño llevando una funda de flores antes vista por él. Alzó su mirada a la hermosa y esbelta omega que tenía un sonrisa como la del gato en la película de Alicia en el país de las Maravillas - Pensé que ya no ibas a volver por aquí - dijo la mujer cuyo cabello oscuro caía sobre sus hombros como cascadas, estiró aquella funda al castaño para que lo tomara, despidiéndose con una simple reverencia, dejando un poco aturdido al joven omega por aquel acto considerado.

Jimin levantó su costal para llevárselo, y con un poco de desconfianza regresó a ver a la omega de espaldas que se alejaba caminando de forma elegante a su hermoso hogar. El castaño por un momento sintió envidia, ella lo tenía todo: un cómodo hogar, comida, trabajo, ropa nueva para usar cada día, amor.