La luna comenzó a revelar aquellas sombras horribles que lo atormentaban. Jungkook traspiraba y se agitaba de un lado hacia el otro, y a pesar de estar viviendo un infierno caluroso por dentro, su cuerpo temblaba como una hoja al viento.
—Mierda... creo que es abstinencia
Susurró Jimin mientras se arrodillaba frente al niño y colocaba un paño húmedo en su frente.
—¿Y qué mierda hacemos?
— Tae, estamos demasiado lejos para llevarlo a un hospital, y esta clase de fiebre no se bajará así no más, necesita medicamentos, a los cuales terminará siendo adicto también.
—¿Qué sugieres?
El pelirrojo lo miró, y el muchacho lo supo. Lo había visto antes, cuando aún trabajaba en la academia de música, adictos en rehabilitación, no se medicaban, sino que seguían drogándose, pero cada vez con menor dosis.
Se aparto de sus amigos y comenzó a caminar hacia el jardín delantero, había escondido la bolsa de Jungkook allí, rogando no tener que usarla, pero siendo demasiado cobarde para deshacerse de ella.
Las nubes negras escondieron su fuente de luz, y todo el ambiente se volvió hostil, oscuro y solitario. Le costó reconocer la roca bajo la cual había escondido la bolsa, pero una vez rozó el plástico, tiró de ella para volver a la casa.
Rebuscando en el botiquín del baño, logró dar con una jeringa cerrada, la tomó con cuidado de no romperla y fue a la cocina.
—¡Taehyung date prisa! ¡Jungkook está cada vez peor!
Un leve gruñido le indicó al rubio que el mayor estaba luchando por mantener estable al pelinegro, no estaba seguro de como se hacía eso, tampoco estaba seguro de estar haciendo lo correcto, pero no tenía otra opción.
Cogió una cuchara del fregadero, la secó con el revés de su manga, y colocó un poco del polvo blanco, no olía extraño, si Jungkook le hubiera dicho que era harina, le hubiera creído.
Puso el utensilio sobre la hornilla prendida y esperó, no le llevó demasiado tiempo para que ese polvo blanco pasara a ser un espeso liquido marrón. Sin tardar demasiado, lo cargó a la jeringa previamente abierta, y una vez llena, corrió con mucho cuidado a la habitación.
Jimin estaba sentado sobre Jungkook, agarrándolo con todas sus fuerzas, el pelinegro tenía los ojos abiertos, pero lucía perdido. Sus ojeras violetas le daban un aspecto a muerto viviente, pero lo peor eran los lamentos, jamás había oído chillar al menor así, lo único que podía asemejarse a ese ruido era al alarido de los cerdos.
—¿Y ahora qué?
—¡Clávala!
—¿Pero ¿cómo? ¿Dónde?
—Solo hazlo Taehyung
Gritó Jimin por encima de los gritos desgarradores de Jungkook. El rubio se acercó, era complicado intentar clavar algo en una persona que se retorcía y gruñía como poseído, pero se las arregló para clavar la aguja y empujar del émbolo, haciendo que el líquido espeso entrara en el cuerpo del niño.
Lentamente los gruñidos fueron apagándose, el pelinegro dejó de retorcerse y finalmente quedó completamente inmóvil sobre la cama desordenada.
Jimin se tiró hacia atrás, recostándose agotado sobre la cama húmeda del sudor de ambos.
—Vamos a por café
Susurró. Tae asintió, odiaba el café, pero entendía lo que pretendía tras ese pedido, llevaban veinticuatro horas allí y sus fuerzas se estaban agotando.
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Falling Again
RomanceEl prometido de Jungkook fallece en circunstancias extrañas, Jungkook, se mudará a la casa que se suponía iban a compartir, alejándose de todos, hundiéndose en un espiral depresivo, de drogas y alcohol. Tae y Jimin, preocupados ya, deciden que es ti...