Capítulo 19

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La oscura puerta se cerró tras él, pero ignoró el repentino repelús que el viento le hizo sentir, no podía mostrarse ante ellos temblando como si fuera una niña pequeña.

Siguió su camino a través de la sala, todas las miradas estaban con él, quién diría que diez años después de casi morir en ese callejón llegaría a dónde estaba ahora. Sonrió socarronamente, nadie habría dado un duro por él, y sin embargo allí estaba, todo el mundo lo respetaba, todo el mundo le tenía miedo.

Llegó a la punta de la mesa y se sentó en su sitio, acomodó los papeles ruidosamente y finalmente los tiró sobre la mesa, todos los ojos allí seguían cada uno de sus movimientos, parecían marionetas sin alma en busca de un titiritero que las mueva, y para eso estaba él, la mente maestra del lugar, de todo el recinto, de toda la ciudad.

— Necesito oír buenas noticias... — Todos sin excepción bajaron la cabeza, si hablaban estaban muertos pero si no lo hacían también lo estarían —. ¿Seokjin?

El aludido levantó la vista mientras presionaba su celular contra sus piernas, el aparato no dejaba de vibrar, pero no podía atender en ese momento, no frente a ese maldito dictador.

— Nada por el sector oeste señor— JaeSang golpeó la mesa de madera, las cosas sobre esta vibraron levemente pero todo permaneció en su lugar al final.

— ¿Cómo puede ser que un grupo de policías no pueda dar con el criminal más buscado del país?

— Señor, Dahír se nos ha escapado incontables veces, no solo a nosotros también a...

— ¡ME DA IGUAL QUE A ESOS IDIOTAS PREPOTENTES NARCISISTAS DEL FBI NO HAYAN PODIDO ENCONTRARLO!  ¡ES NUESTRA CIUDAD... NUESTRA!— JaeSang se llevó el dedo índice y pulgar al puente de su nariz intentando calmar sus ganas asesinas de cortar las cuerdas de esos títeres sin cerebro, exhaló y volvió en sí—, vigila la zona Seokjin, estoy seguro que no debe estar muy lejos, debe asegurarse de borrar las pistas que lo lleven a él.

Jin asintió al pedido e hizo su mayor esfuerzo para no poner sus ojos en blanco, le esperaba otra noche en vela, Príncipe Azul iba a enojarse mucho con él, su gato negro seguramente lo estaría esperando y él no llegaría esa noche.

El resto de la reunión fue un sucesivo de gritos y golpes, los nudillos de JaeSang debían doler para el final, pero no era algo que a Seokjin le importara ya.

Luego de despedirse de los demás caminó hacia el estacionamiento y se subió al coche, hacía tiempo había encontrado el micrófono que JaeSang había escondido, por lo que si necesitaba hacer lo que estaba a punto de hacer, lo desconectaba.

Cuando estuvo seguro, sacó su celular y apretó el número uno del marcado rápido.

— ¿Lo tienes?

— Maldito Jin, casi me haces dar un infarto

— Lo siento, tocaba reunión con JaeSang

— Lo cambié de lugar ahora, está a salvo

— ¿Te vieron?

— No... si se llega a saber... no quiero ni imaginármelo

Jin apoyó el celular sobre el soporte que tenía especial, arrancó el coche y salió hacia su lugar de vigilancia.

— Aguanta solo un poco más, si logramos resolver esto... salvaremos a Yuna

Jin cortó la llamada y se estacionó en su lugar de siempre, quizá debería llamar a un delibery, no había comido nada en todo el día, ¿Era algo peligroso jugar con fuego? Desde que le habían ordenado vigilar a Yuna su vida había dado un giro de 180 grados, había compartido el fin de semana entero, y para cuando volvió al trabajo comprendió que el malo de la película era JaeSang. Su idea había sido honorable, ser el jefe de policías para detener a la mafia que mataba libre en las calles para salvar a la gente de la ciudad, pero se había deformado tanto que JaeSang había terminado loco de poder, haciendo exactamente eso que había jurado destruir.

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