》♟ •˖* AMANTES ETERNOS ¦ «No puedes matar a quien nunca ha estado vivo, y te quiere destruir»
Eda, diminutivo de Edith, que significa botín de guerra, aquello tan preciado por lo que se puede iniciar las peores guerras, por lo que 𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 matarí...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ੈ✩‧₊ 09 — destrucción ₊‧✩ੈ
1521 años después de Cristo, Tenochtitlán
—Tú no le dices nada a nadie —ordené antes de dejar un beso sobre los labios de Thena.
Makkari y yo habíamos ayudado a algunos niños que sufrían peligro debido a la destrucción que se daba en la ciudad, también habiamos noqueado a algunos de los soldados, cosa que teníamos prohibida.
—Pues el pago para mi silencio me parece muy injusto —anunció la rubia con un una sonrisa juguetona, acercando su rostro al mío mientras seguíamos caminando.
"Consigan un cuarto", expresó Makkari al aparecer entre las dos. Sonreí.
—¿Dónde están los otros? —preguntó Ajak al vernos llegar. Ella estaba en el punto de encuentro, el bosque, junto a Sersi, Phastos, Druig y Sprite.
"Tuvimos que separarnos", informó Makkari.
—Habían más Desviantes de los que dijiste —dijo Thena luego de mirar a Makkari y sus señas en respuesta.
—Pero apuesto que se te hizo muy divertido —aseguró Phastos conociendo bien a su compañera.
—Le encantó —dije en medio de un tosido, causando la media sonrisa de mi rubia.
—Cuando los otros maten a los últimos Desviantes, los habremos eliminado del planeta —nos aseguró Phastos viendo el holograma en su mano, que daba información sobre la ubicación de los Desviantes y Eternos.
El sonido de balas llamó nuestra atención. A unos metros de nosotros, los humanos se asesinaban sin compasión o pizca de arrepentimiento, cegados por el poder. No me di cuenta de que, por impulso, había tomado la mano que estaba más cerca.
—Todo se calmará pronto —me aseguró Thena, haciendo que volteará mi cabeza para poder verla. Juntó nuestras frentes, dándome tranquilidad.
Aparentemente Makkari se había ido silenciosamente, dejándonos solas, y cuanto se lo agradecía.
—No lo hagas —advirtió Ajak haciendo que volviéramos a la realidad. De seguro le hablaba a Druig.
Él podía detener todo el sufrimiento que en ese momento presenciabámos, pero no debía.
—Nunca interferimos en sus guerras —recordó la líder.
—No es una guerra, es genocidio. Sus armas se han vuelto letales, tal vez ayudarlos a avanzar no fue tan buena idea, ¿no crees, Phastos?
