El 31 de octubre del 2005 era una fecha que la mayoría de sus amigos habían logrado superar desde hacía tiempo. Ya no tenía sentido seguir derramando lágrimas por algo que no se podía deshacer, por alguien que no iba a volver.
La cuestión era que sí volvió, y solo para romperle las bolas a Kazutora.
O eso quería pensar él, porque el motivo real era algo más complicado.
Al menos a Baji no parecía molestarle ser un fantasma, a él únicamente le importaba estar cerca de dos de las personas que más había querido estando en vida... Y el hecho de que podía molestar cuanto quisiera a Kazutora sin repercusión alguna, librándose de que este le pudiera golpear o algo por el estilo.
Eran las 2 de la mañana del domingo 29 de octubre del 2017 y Kazutora tenía un tic nervioso en el ojo. Agarraba con fuerzas las sábanas, en un intento en vano de calmar su ira contra el hombre —¿espíritu?— a su lado.
—Todo lo que digo es que si no me hubieras apuñalado, ahorita estaría casado con Chifuyu y estaríamos cogiendo felizmente.
Se volteó, acostándose boca abajo y sosteniendo agresivamente una almohada contra su cabeza para así, quizás, silenciar la voz de Baji. Lamentablemente, no funcionó.
—Morí virgen, Tora. ¡Virgen! —la almohada fue arrebatada de sus manos y lanzada a alguna esquina de la habitación—. ¡Y tú ni siquiera me escuchas!
Maldecía el día en que Keisuke se dio cuenta de que podía interactuar físicamente con los objetos. Maldecía aún más el no poder tocarlo sin atravesarlo, porque eran fervientes las ganas que tenía de pegarle un puñetazo para que se callara.
—Baji —susurro Kazutora, rindiéndose y sentándose en el borde de la cama para poder encarar a su amigo—, No me podría importar menos...
Baji formó una expresión exagerada de indignación y una mano sobre su pecho. Dejó su actuación y su expresión se tornó melancólica. Se sentó a su lado y en un murmullo dijo: —Lo sé, sé que no te importa... Pero no tengo nadie más con quien hablar y tú eres mi mejor amigo.
La tristeza en los ojos y voz de Baji hicieron que su propio corazón doliera. La idea de pegarle un puñetazo había sido empujada hasta el fondo de su cerebro, siendo opacada por una creciente necesidad de confortar a su amigo, de abrazarlo.
Meses atrás, idearon una forma para simular (por así decirlo) un abrazo, y ahora era buen momento para aplicarlo.
Kazutora tomó el peluche de tigre que se hallaba en la esquina de su cama y lo estrujo entre sus brazos, viendo fijamente a Baji. Keisuke rápidamente entendió el gesto y lo envolvió en un abrazo, sus brazos le atravesaron, pero se detuvieron en el peluche, que sí podía tocar.
Era algo extraño, pero era lo único que tenían.
De repente, escuchó los sollozos del oji-marrón. No soltaba lágrimas, pero los sonidos que escapaban de su boca eran fuertes y dolorosos. Como los de aquella vez que se rompió una pierna cuando se cayó de su bicicleta, o cuando encontraron un gatito malherido en medio de un callejón.
Los mismos sonidos que escuchó la noche que asesinó a Shinichiro Sano y Baji tuvo que darle las explicaciones a Mikey. Todo mientras él estaba delirando con matar al rubio.
Ese pensamiento hizo que su mente diera un paseo por todos los recuerdos que tenía junto a Keisuke. Eran mejores amigos. Habían pasado por momentos buenos, malos, peores, incluso la muerte. Su amistad no terminó en un "hasta que la muerte los separe".
Pronto sintió gotas saladas recorrer su propio rostro y un viento frío rozó su mejilla. Alzó la vista y vio la mano de Baji junto a su mejilla. Sonrió, haciéndose una idea de lo que el pelinegro había intentado hacer.
—Ya me hiciste llorar, idiota —rio, poniendo su mano sobre la de Baji, sacándole una sonrisa.
Sintió como la brisa se movía más cerca de su ojo derecho. Su imaginación sustituyó la brisa con las manos de Baji y empezó a copiar sus movimientos, secándose las lágrimas en ambos ojos y mejillas. Suspiró.
—Ya voy a dormir, Kei —dijo en medio de un bostezo. Aún abrazado al tigre de peluche, se escondió debajo de las cobijas y se arrinconó contra la pared, dejando un espacio considerable a su lado—. Puedes quedarte y fingir que duermes. Estar activo todo el santo día es lo que te hace tan insoportable...
—Pero... Yo no necesit...
—Ya duérmete, Baji —gruñó, divertido.
Keisuke dudó, pero supuso que quedarse quieto unas cuantas horas no le haría mal. Se acostó junto a Kazutora, provocándole un escalofrío debido al aire helado que naturalmente emanaba su presencia.
—No le digas a Chifuyu sobre esto —soltó el espectro.
Kazutora levantó la vista lentamente y respondió. —No te preocupes, no planeaba decirle que dormí contigo. Me acusaría de loco y necrófilo.
Ambos rieron suavemente, ignorantes al hecho de que detrás de la puerta de la habitación alguien los espiaba, capaz de escuchar solo una de las voces.
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Ghost of You || KazuFuyu
FanfictionKazutora Hanemiya vive una vida relativamente normal. Trabaja en una tienda de mascotas, vive en un bonito apartamento, y tiene la dicha de ver a Chifuyu Matsuno, el hombre del cual está enamorado, a cada momento del día. Tiene la vida con la cual s...