07. Why Is Love So Disastrous?

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Entró al ascensor —que para su suerte se encontraba vacío— y presionó el botón que conduciría la caja metálica hasta el estacionamiento. Cuando las puertas se cerraron, se desplomó a llorar. Sollozando silenciosamente y dejando escapar unos cuantos murmullos incomprensibles que en su cabeza si tenían sentido y formaban la oración "Baji, ¿Por qué me dejaste?"

Se sentía avergonzado y enojado. Avergonzado, por la tremenda escena que acababa de montar contra Mitsuya, y enojado, por haber roto parte de la promesa que hizo hace 2 años.

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Eran las 2 de la mañana, los faroles de las calles desiertas iluminaban su camino hasta las cuatro paredes que vagamente podía llamar un hogar. Reía y se tambaleaba tontamente, sus manos, apoyadas a paredes de casas ajenas, eran lo único que le impedían caer de cara al piso, pues sus ojos estaban nublados por el alcohol.

En un momento de lucidez, se dio cuenta de que ese no era su vecindario, sin embargo, era uno que conocía muy bien. Siguió su trayecto hasta un departamento, pequeño y siempre desordenado, pero acogedor a causa de quienes vivían ahí.

Tocó la puerta, una, dos, tres veces. Inconsciente de la hora que era y que probablemente un vecino lo sacaría a punta de escobazos por el ruido que estaba causando.

—¡Takemichi! —gritó—. Ábreme la puerta.

La entrada principal se abrió solo unos cuantos centímetros. Debido a la oscuridad de la noche, la persona detrás de esta tardó unos segundos en reconocerle, una vez seguro de que no era una amenaza, abrió la puerta en su totalidad.

—¿Chifuyu? —Takemichi llevaba puesto un pantalón de pijama a cuadros y una camiseta blanca, estaba despeinado y un hilo de saliva caía de su boca. Este último detalle causó que Chifuyu riera—. ¿Otra vez?

—¿Otra vez que? —rio, abalanzándose sobre su mejor amigo en un raro intento de abrazo.

—Apestas a licor, Chifuyu —se quejó el dueño del apartamento, alejando con una mano su cuerpo mientras que se tapaba la nariz con la otra.

—Es que la gente del bar era muy buena... —arrastraba las palabras al hablar—. Me regalaron unos shots y para compensárselos compré unos cuantos más, para ellos y para mí.

—¿Cuánto tomaste? —preguntó el de ojos celestes, en un tono de demanda.

—Unos tres... o cuatro —se silenció por un segundo, intentando recordar todos los chupitos que había consumido esa noche—, quizás siete, la verdad es que perdí la cuenta.

Takemichi suspiró. Era la segunda vez en la semana, la tercera en el mes, la onceava en el año y la trigésima cuarta en los últimos 29 meses desde que Chifuyu comenzó a tomar. Inicio como algo normal, la típica ida al bar con los amigos para celebrar su cumpleaños número 20, la edad legal para tomar licor en Japón. Lo que no sabían es que rápidamente el menor desarrolló un gusto por el alcohol que acabó siendo una obsesión, un problema. Eventualmente, le diagnosticaron trastorno por consumo de alcohol.

Afortunadamente, esa noche se veía ligeramente más sobrio que las anteriores.

Chifuyu miró por encima del hombro de su amigo, contemplando la acogedora y oscura sala de estar. Takemichi al notar sus intenciones dudó, si lo dejaba entrar era probable que Hina despertara y se enojara con ambos, por otro lado, si no lo hacía, Chifuyu terminaría de cabeza en medio de bolsas de basura, con una resaca mortal. Al final accedió, moviéndose hacia un lado para que el otro pudiera pasar. Sin pensarlo mucho, Chifuyu se desplomó en el sillón, apoyando la cabeza en el respaldar para calmar el dolor de cabeza que comenzaba a afectarle.

Ghost of You || KazuFuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora