[04] Sal conmigo

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[Muchas veces tomamos decisiones descabelladas que pueden ser contratos con el mismo Diablo]

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17 𝓬𝓲𝓽𝓪𝓼 𝓬𝓸𝓷 𝓮𝓵 𝓮𝓷𝓮𝓶𝓲𝓰𝓸
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—Si yo fuese ella ni siquiera te dejaría entrar a mi tienda— confesó Mitsuya quitándose los anteojos para verle con reproche, Ryohei resopló y puso los ojos en blanco ¿cuál era el problema? Desde que aceptó la idea de su mejor amigo había estado preparándose mental y físicamente para encarar a Yasuda, fue una semana entera que dedicó a mejorar cada aspecto que le desagradaba a la chica, o bueno, solo aquellas actitudes que recordaba Yasuda odiaba de su persona.

Su lista iba desde hablar con la boca llena, hasta rascarse la entrepierna en lugares públicos. Corregirse a sí mismo fue casi como dejar de respirar, eran pequeños hábitos que estaban arraigados en su estilo de vida. Por cada recaída y error que cometía Mitsuya lo golpeaba con una regla de costura. Porque si, uno de sus mejores amigos; Mitsuya Takashi aceptó ayudarle a mejorar sus modales.

«Fue un dolor de pelotas» pensó al rememorar cada golpe con esa maldita regla de madera, «Nada de malas palabras, recuérdalo» se autoreprendió mentalmente y buscó en su escaso vocablo formal una manera de expresar su descontento «Mitsuya me causó molestia en los ¿genitales?» asintió con orgullo ante su enriquecido vocabulario.

«Soy un genio» sonrió y volvió su atención a Mitsuya, este le observaba con los brazos cruzadas y una ceja levantada.

—Accedí a ayudarte en consideración a Yasuda-san pero tengo el presentimiento que esto será un fracaso— indicó su amigo de cabello lila dejando escapar un suspiro —Te rompió la nariz, amigo, es obvio que no quiere volver a verte.

—Me ofende que no hayas accedido a hacerlo por mi— de quejó Pehyan mirándolo con ofensa, Mitsuya se encogió de hombros restándole importancia —Y esa muchacha con complejo de anciana siempre ha sido una temperamental, solo será una cita para arreglar nuestras diferencias.

Mitsuya arqueó una ceja ante tal ocurrencia, conocía a Pehyan desde que tenía uso de razón, él mejor que nadie sabía que Ryohei Hayashi podía ser tener un sinfín de cualidades, no obstante «civilizado» no cabía en entre aquella lista de dones. Sentía un poco de pena por Yasuda, recordaba a la perfección como su amigo sacaba de sus casillas a la pobre muchacha. La chica de las trenzas se libró de Pehyan durante nueve años; el tiempo suficiente como para recodarlo como una piedra en el zapato.

Ella seguramente lo echaría a patadas de su tienda, eso no lo dudaba. Pero Ryohei era el primer idiota de sus amigos en encabezar la lista de «necios y torpes por excelencia».

—¿Viste como vas vestido?— inquirió Mitsuya colocando los brazos en jarra sobre su cadera —Ella es una modista Pehyan— le recordó haciendo hincapié —Una muy talentosa por cierto— hizo una pausa al ver el rostro de desconcierto de su amigo —Nunca aceptará una cita contigo con eso puesto— declaró con el ceño fruncido señalando su atuendo.

—¿Huh? ¿Qué cojones tiene mi atuendo?— cuestionó Pehyan sintiendo su paciencia irse por la borda —Mira, acepté las putas clases de etiqueta y esas mierdas, ¡No me pidas que también cambie mi ropa!— exclamó golpeando la mesa con las manos, estaba al borde de iniciar un capítulo de histeria.

Mitsuya supo que no tenía remedio y lo dejó ser, Ryohei al sentirse ganador salió de la tienda de su amigo con una sonrisa triunfal en el rostro. El chico de cabello lila sintió su móvil vibrar en el bolsillo de su chaleco y lo contestó al ver que se trataba de Pah-chin.

17 citas con el enemigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora