[07] ¿Cita detrás de una puerta?

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[¿Cuántas puertas se deben abrir para que una persona pueda confiar en ti?]

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17 𝓬𝓲𝓽𝓪𝓼 𝓬𝓸𝓷 𝓮𝓵 𝓮𝓷𝓮𝓶𝓲𝓰𝓸
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—Carajo— maldijo entre dientes trotando por la acera, mucha gente lo debía con preocupación y no los culpaba. Su cuerpo estaba cubierto de ceniza, su ropa estaba algo destrozada y sucia, tenía leves rastros de sangre seca en los brazos, algunos rasguños y una venda con una mancha carmesí en la cabeza.

Sin embargo Pehyan se sentía bien, se encontraba en sus cinco sentidos. La inducción se vio interrumpida por un incendio real a unas cuantas calles de la estación de bomberos local, muchos nuevos reclutas estaban asustados y no podían dar ni un paso, Ryohei lo entendió muy bien, cuando estuvo en su primer incendio casi se acababa todo el oxígeno antes de poner un pie adentro del lugar en llamas.

«Problemitas de principiantes» asumió, el incendio no había pasado a mayores gracias a la rápida intervención de los bomberos, claro que Pehyan no dudó de ayudar y socorrer a las víctimas de aquella cafetería. Sus heridas fueron ocasionadas gracias a que se metió a las llamas sin utilizar el uniforme especial para rescatar rápidamente a un niño que no consiguió salir a tiempo. Un trozo de madera cayó del techo mientras sacaba al infante, aquí relució su cualidad como un gran "cabeza dura" ya que, la pieza se rompió al golpearle.

Fue una tarde algo ajetreada, cuando fue consciente de la hora, pronto serían las 9:30 de la noche. Yasuda de seguro que estaba en su casa maldiciéndolo y odiándole por impuntual. A todo esto sumarle que tampoco tenía en número de la azabache para explicarle la situación, maldiciendo y corriendo por la calle pensaba en cómo tratar de calmar la furia de su ex compañera.

«A Emma le encantan las flores» recordó que su amigo Draken le dijo; ¿a Yasuda también le gustaban las flores? Lo dudaba, esa mujer era como un dragón amargado, una planta bonita no le daría ni un ápice de perdón.

«A Hina le gustan los chocolates» también pensó en Takemichi, este último estaba próximo a casarse... quizá podía comprarle chocolates a Yasuda para que le deje pasar este pequeño error. Pero recordaba que esa muchacha no comía muchos dulces cuando eran adolescentes, siempre estaba comiendo frutas y sus almuerzos estaban llenos de verduras.

El bombillo en su cabeza se encendió y tuvo la idea perfecta, o bueno, al menos eso creía él en su tonto pensar.

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¿Cuántas copas de vino llevaba? Había perdido la cuenta, muy contrario a sentirse afectada por el alcohol estaba en pleno estado de exasperación. La película que estaba viendo era de esas románticas donde la protagonista perdonaba todo por «amor» y el sujeto era un idiota.

—¡Ay, por favor!— exclamó frustrada poniéndole pausa a la película —Me decepcionas, Hollywood— dijo buscando otra película en el catálogo, si bien, ella adoraba las comedias románticas ya había visto la mayoría que mostraban en el repertorio de Netflix.

¿Es qué acaso debía ver terror para poder pasar de su decepción amorosa?

¡Se había enamorado de Shinchiro hace 3 años!

¿Cómo era que aún le afectaba su rechazo?

Bueno, Shinchiro jamás la rechazó directamente dado que Yasuda jamás le confesó sus sentimientos, pero le había dejado muy claro que sólo la veía como una «hermanita». Mordió la tela de su camisón y suspiró; estaba molesta consigo misma. Las comedias románticas sólo lograban que sus expectativas en el amor fuesen bajas, sabía que nunca encontraría a alguien con quien pudiera ser ella misma, a alguien que sea paciente y la ayude a curar sus heridas en el alma con amor, diversión y... «¡Agh, sueno como Emma!» se reprendió mentalmente y se incorporó del sofá.

17 citas con el enemigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora