[19] Natsuko

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[El fuego no solo quema nuestros sentidos en momentos de pasión, también nos calcina la razón y lanza las cenizas al viento]

Notita: en vista que el copyright no me deja colocar la canción de hoy, escuchen Little pain de Olivia Lufkin, queda linda con lo que siente nuestra Yasu <33

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17 𝓬𝓲𝓽𝓪𝓼 𝓬𝓸𝓷 𝓮𝓵 𝓮𝓷𝓮𝓶𝓲𝓰𝓸
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Sus ojos se abrieron al oír el cantar de los pájaros cerca a la ventana, se levantó con la pereza destilando por cada poro de su piel. Yasuda se estiró y abrió la ventana, la brisa matutina le acarició el rostro logrando sacarle una minúscula sonrisa.

El pueblo donde vivía Natsuko era muy tranquilo y acogedor, no le importaría quedarse una temporada de otoño en el lugar durante sus próximas vacaciones.

Los recuerdos del día anterior llegaron a su mente como una linda película de antaño, la cena había sido muy divertida gracias a la madre de Hayashi. La mujer mayor no dudó en contarle anécdotas del Ryohei bebé que hacía destrozos en casa, además que después de la cena los tres se dedicaron a platicar mientras se entretenían con juegos de mesa. Las risas, el rostro avergonzado de su verdugo, cuando ambos quedaron solos lavando los platos en la cocina; todo se guardó en su mente como un mágico e imborrable recuerdo.

—Buenos días— saludó cuando entró en la cocina, Natsuko le respondió con una sonrisa. Estaba ella sola preparando el desayuno al ritmo de la música, la azabache no dudaba en prestar su ayuda sin embargo, Natsuko le pidió ir a despertar a Hayashi.

—Tendremos mucho trabajo en el huerto, dile al holgazán de mi hijo que se levante si quiere seguir durmiendo bajo mi techo esta noche— esas fueron las palabras exactas de Natsuko, volvió a dirigirse a las escaleras y se situó en la habitación que quedaba frente a la suya. Tomó una bocanada de aire y dio tres golpes certeros en la puerta, sin respuesta.

Lo intentó otra vez y el resultado fue el mismo, impaciente giró la perilla e ingresó a la habitación; su verdugo yacía dormido sobre su estómago y con la cabeza hacia el otro lado, resoplando Yasuda caminó entre toda la ropa tirada en el suelo y se posó a lado de la cama para zarandearlo.

«Tiene el sueño pesado» bufaba Yasuda moviéndole de un lado a otro, cansada de no obtener resultados optó por quitarle la sábana, fue una mala idea. El rojo se apoderó de su rostro al percatarse que Ryohei solo vestía unos bóxers azul oscuro. Su espalda estaba llena de algunas pecas y lunares, ¿Hayashi siempre había tenido una espalda así de grande? Tartamudeando para si misma quiso darse la vuelta más sus pies tropezaron con una maleta en el suelo y cayó en el espacio vacío de la cama.

Su corazón parecía querer salir del pecho, rígida como una piedra se quedó quieta cuando sintió el colchón rechinar a su lado y cerró los ojos pidiendo volverse invisible.

—Si querías dormir conmigo, debías decírmelo— la voz ronca de Hayashi cargada con ligera burla logró que sus ojos se abrieran de golpe. Ryohei la observaba con la cabeza ladeada, con un codo apoyado en la cama y la mano descansado en la mejilla.

—N-n-no es lo que pa-pa-parece— trataba de explicar entre susurros, Ryohei sonrió aún más al verla así de nerviosa, le recordaba a la Yasuda adolescente que se avergonzaba fácilmente. Fingir dormir era un plan para molestarla, Pehyan se despertó apenas escuchó los golpes en la puerta la primera vez. No obstante, quería fastidiar un poquito a la azabache y fingió dormir, jamás esperó que ella entrara a la habitación.

A partir de este punto, todas sus palabras eran viles improvisaciones.

—Tú madre me envió a despertarte— contestó al fin Yasuda jugueteando con sus dedos, no se atrevía a mirarle al rostro. Solo quería irse y espabilar un poco, trató de incorporarse pero la mano de Hayashi en su muñeca se lo impidió.

17 citas con el enemigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora