[¿Puede mi corazón iluminar tus días más oscuros?]
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17 𝓬𝓲𝓽𝓪𝓼 𝓬𝓸𝓷 𝓮𝓵 𝓮𝓷𝓮𝓶𝓲𝓰𝓸
└───── •✧✧• ─────┘Maldecía una y otra vez el pueblo, ¿por qué en un lugar tan pequeño no había servicio de delivery? suspirando y a regañadientes rebuscó la llave de la casa en su bolsillo, había comprado mucha comida a pedido de su madre. Natsuko parecía encantada por la inesperada visita de Yasuda, le encargó comprar comida 100% vegana, que no contuviera absolutamente nada de carne o algún derivado de animales.
Fue jodido.
Pero lo logró, compró muchos platillos llenos de verduras que nunca en su vida había oído, con una sonrisa se dirigió a la cocina apenas pudo abrir la puerta. Su madre bailaba de un lado a otro con música del estéreo, la azabache revoltosa no aparecía en su campo de visión y logró causarle un entrecejo arrugado, ¿dónde estaba Yasuda?
—Siéntate— ordenó Natsuko señalándole un taburete cercano, Pehyan lo hizo. El tono de su progenitora era demandante, le erizaba el cuerpo imaginarla enojada —Hace mucho que tú y yo no tenemos charlas «madre e hijo».
—¿Quieres explicarme de nuevo cómo no dejar embarazada a una mujer?— preguntó Ryohei levantando una ceja —Los días fértiles no se tocan, son diez después de la menstruación ¿no?
—Me alegra que no lo olvidaras cariño, pero a esos diez días le sumas otros diez, durante ese periodo nada de cochinadas— explicó sonriente Natsuko tomando las bolsas de comida para servirlas en platos —Pero no vamos a hablar de fecundación de óvulos y embarazos— negó con la cabeza —¿Recuerdas cuándo me separé de tu padre?
La pregunta era sencilla de responder, para Peh fue un periodo muy oscuro de su adolescencia. Parecía un muchacho que vivía solo debido a la ausencia de sus padres por el divorcio, rememorarlo era sencillo. El sabor amargo de la soledad se colaba por su paladar al recordarlo, cómo era llegar a casa y tener como única compañía los fantasmas de momentos felices que alguna vez experimentó de niño. Comprar comida callejera, cenar solo e imaginarse el sabor de un platillo caliente preparado por las manos de su madre.
Asintió al mismo tiempo que los músculos de su cuerpo se tensaban, los malos recuerdos no venían acompañados de las mejores sensaciones. Natsuko observó a su hijo con pesar en la mirada y soltó un suspiro.
—Eras muy arisco, parecías un gato abandonado bajo la lluvia— comentaba su madre colocando un plago frente a él —No te gustaba el cariño, parecías un animalito salvaje. Te metías en peleas y me preocupabas mucho— recordó dándole la espalda para sacar más vajilla de la despensa —Yo no estaba allí para curar tus heridas o escucharte, te fallé en ese entonces— susurró con melancolía y Ryohei se sintió mal, odiaba que su madre se culpara por todo.
El divorcio era algo necesario para sus padres, cuando era un adolescente si llegó a odiar la soledad pero conforme iba creciendo; se dio cuenta que era la única solución saludable para ambos.
—Sin embargo, un día volviste curado. Tus heridas tenían banditas de diseños infantiles y rosas— dijo Natsuko con una pequeña sonrisa —Alguien te había ayudado vendando tus heridas, no solo las magulladuras físicas; también en las que había en tu corazón— las mejillas de Ryohei se encendieron automáticamente, Yasuda siempre utilizaba banditas de niña, de esas con caricaturas y de colores rosas chillones.
—Estaba muy sorprendida— siguió su madre, colocando dos latas de refresco frente a él —Hacía mucho que no te veía sonreír así y de buen humor....— hizo una pausa y se giró para sonreírle a su hijo —Ryohei, ella es una buena mujer. Que haya venido hasta aquí por ti, significa que verdaderamente mereces tu oportunidad con ella. No la desperdicies.
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17 citas con el enemigo
Fanfiction¿Ella? Lo aborrecía, la mínima mención de su nombre lograba hervirle la sangre. ¿El motivo? Una cita. Una cita que terminó en desgracia durante su adolescencia, ahora que lo tenía frente a ella ¿debía vengarse? ¿Podía aceptar tener 17 citas con...