| Extra 3 | "UN ALMA GEMELA"

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Jungkook entró en la casa soltando un suspiro agotado, el entrenamiento había sido bastante intenso y la tierra en su rostro y ropa se adherían a él sin vergüenza.

Su madre pondría el grito en el cielo en cuanto lo viera por eso estaba a punto de escabullirse hacia el baño para que ella no lo viera, pero unas risas que venían desde la cocina le hicieron parar la oreja, curioso.

Pero tras eso una ráfaga de aroma a jazmín le golpeó la nariz haciendo que sin darse cuenta casi corriera a la cocina.

Se encontró a su madre cocinando con una enorme sonrisa y riendo felizmente acompañada de nada más y nada menos que de Nanhee que la ayudaba muy contenta.

A su lado la figura menuda de la chica cortaba unos vegetales siguiendo las instrucciones de la mujer mayor. Nanhee veía a su madre con un brillo contagioso de cariño y él no pudo evitar sentir una enorme calidez en el centro de su pecho.

-Oh, Kookie, hijo, ya llegaste -dijo su madre cuando lo notó por el rabillo del ojo.

Nanhee que había estado muy concentrada cocinando con su madre no lo había escuchado llegar ni lo había podido oler, pero ahora que lo veía allí la mirada de la más pequeña se iluminó con una adoración emulsionante.

- ¡Jungkook! -exclamó con urgencia y felicidad en su tono agudo y todavía aniñado.

Jungkook por alguna razón se sintió un poquito nervioso, pero cuando pocos segundos después la niña de diez años corrió hacía él para abrazarlo, cualquier nerviosismo desapareció de su cuerpo y solo se dejó abrazar por ella como si fuera el peluche más cómodo de todos.

No la había podido ver en unos cuatro días porque él había estado muy ocupado con temas de la escuela y con el entrenamiento que le habían estado consumiendo a tiempo completo sus horarios. Querer pertenecer a la guardia de la manada requería más entrenamiento de lo normal, así que sus tardes luego de la escuela nunca terminaban temprano y se alargaban hasta las tantas de la noche.

- ¿Qué haces aquí, pequeña? -le acarició la cabeza lentamente mirándola con una sonrisa.

-Tu mamá me invitó a cenar cuando nos cruzamos por el mercado, dijo que quería sorprenderte con una rica comida y me invitó a pasar la cena con ustedes, ¿no te molesta? -ella elevó la mirada y apoyó el mentón sobre el su abdomen cubierto por una camiseta sucia.

Él le sonrió inconscientemente.

-Claro que no, Nan. Tú nunca me molestas -le revolvió el cabello con diversión.

-Sí, bueno, pero ¿cómo te atreves a entrar a mi casa con esas pintas tan andrajosas, niño? -lo apuntó con una espátula de arriba hacia abajo haciendo que Jungkook se tensara brevemente y Nanhee riera cuando lo notó y se separó de él finalmente.

Jungkook sospechaba que su madre sabía el lazo que tenía con Nanhee porque esa no era la primera vez que hacía algo así. Él nunca se lo había dicho porque no estaba seguro de eso, no después de conocer la historia de sus padres. No quería ser apuntado con el dedo como un abusador de niños. Tampoco quería que los compañeros de Nanhee se burlaran de ella por tener un compañero mucho más grande. O quién fuera.

Generalmente los vínculos entre almas gemelas no se llevaban mucho tiempo de diferencia, pero a él le tocaba tener ocho años de diferencia con ella y si eso se supiera él sería mal visto por todos y además, alejarian a Nanhee de él y sabría que moriría si eso pasaba.

No miraba a Nanhee como algo romántico, ella era muy pequeña como para si quiera pensar en algo así. Lo que sentía era un cariño inmenso, sentía felicidad a penas verla, siempre quería que ella estuviera sana y salva que nada la incomodara. Siempre buscaba protegerla y acompañarla, se sentía terrible cuando cometía alguna travesura y sus padres la regañaban haciéndola llorar. Jungkook inmediatamente correría hacía ella para consolarla, él era su refugio.

EL VÍNCULO | JEON JUNGKOOK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora