| EPÍLOGO |

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La arena se sentía cálida debajo de sus pies, áspera, pero cálida y tal vez un poco húmeda, hacia no mucho la marea había estado más alta. En su mano derecha colgaban sus sandalias, que se había quitado hacia unos diez minutos aproximadamente cuando había comenzado con su pequeño paseo improvisado.

Luego de terminar su clase de la tarde, Nanhee se decidió por dar un paseo por la orilla de la playa para relajar su cuerpo y mente. El día estaba precioso, el cielo completamente despejado y el sol brillaba alto y fuerte sobre sus cabezas y ella había terminado temprano y tenía tiempo libre hasta que Jungkook fuera a buscarla.

Pudo ver a algunos miembros de su manada dándose un chapuzón y a otros aficionados surfeando. Soltó una pequeña risita cuando de repente recordó la primera vez de Jungkook intentando surfear.

Había sido un espectáculo divino de ver y muy entretenido.

Se había subido cincuenta veces a la tabla y las cincuenta había caído sin poder encontrar el equilibrio. Lebink había sido su instructor y recordaba que el muchacho estaba corto de paciencia por lo que se había rendido con Jungkook ese mismo día.

Pero como Jungkook era muy perseverante y no aceptaba una derrota al día siguiente había vuelto a agarrar una tabla y lo había intentado él solo por su cuenta. Al principio sin éxito y frustrándose en el momento, pero fue cuestión de tiempo en el que pudo agarrarle la mano y meses más tarde ya estaba muy seguro de lo que hacía y una sonrisa astuta se había dibujado en su rostro al ver que podía dominar un poco más el deporte. Y todo fue cuestión de practica y en poco tiempo ya se lo vio de lo más cómodo en medio del mar, ¿es que acaso había algo imposible para Jungkook? Cualquier cosa que se proponía lo conseguía.

Un don que muy pocos tenían y que muchos deseaban.

Nanhee se dio cuenta de que aquello se convirtió en uno de sus hobbys favoritos porque cada vez que tenía tiempo libre él corría hacia el mar acompañado de Lebink a surfear algunas olas. Nanhee se alegraba profundamente de ver como se había desenvuelto tan bien en la manada Min y que hubiera encontrado nuevas pasiones y cosas por probar y que lo divirtieran.

La hacia muy feliz.

Ella también había intentado surfear varias veces, incluso mucho antes que Jungkook, pero se dio cuenta que no le divertía demasiado morir ahogada. Era un poco miedosa para aventurarse a hacer algo así como el surf y también era bastante torpe y de poca paciencia así que decidió que eso no era lo suyo. Prefería estar en tierra firme.

Recordar a Jungkook sin camisa, mojado o incluso con el ajustado traje de surfista la ponía cachonda a mas no poder. No había manera de poder disimular sus hormonas revueltas cada vez que lo veía y él podía sentir su repentino deseo así que muy pronto de dar unas pocas vueltas por el mar volvía a ella para llevarla casi corriendo a la casa para que los dos se divirtieran de otra manera.

Se había burlado a propósito, desfilando frente a ella cuando estaba en sus clases en el bungaló, con la tabla bajo el brazo, muy fanfarrón, para que Nanhee lo viera y lo deseara a propósito sabiendo que ella no podía correr detrás de él para tomarlo y arrastrarlo a un costado y hacerle el amor tanto como quería.

Era un juguetón y provocador y a ella le encantaba porque su relación no se enfriaba nunca. No había aburrimiento y si lo había no se había dado cuenta de ello porque los dos se disfrutaban mucho el uno del otro todo el tiempo.

Había discusiones, sí, como en cualquier relación, pero nada imposible de solucionar conversándolo. La mayor parte de las veces eran los celos y la posesividad que había entre los dos.

Nanhee no era tonta y podía ver como muchas lobas miraban a Jungkook y no podía culparlas, sabía que Jungkook era demasiado atractivo, y sabía que él no iba a hacer nada con ellas porque él estaba profundamente enamorado de Nanhee, pero a veces era difícil ver cómo se lo comían con la mirada sin siquiera respetarla a ella allí.

EL VÍNCULO | JEON JUNGKOOK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora