EL VÍNCULO | JEON JUNGKOOK +18

| 1 | "OJOS DORADOS"

La primera vez que vio esos ojos dorados verdosos pertenecientes al lobo gris era su cumpleaños número siete.

Hace catorce años atrás

Nanhee solía ser una niña habitué en el bosque, su papá la llevaba durante el tiempo disponible que tenía después del trabajo. Decía que tenía que disfrutar de las maravillas de la naturaleza. Ver como los grandes pinos, robles, abetos, ombúes y sauces se mezclaban entre sí formando casi un techo tan alto como el cielo. A él le gustaba como la luz solar entraba de a rendijas por entre las hojas de los árboles, dándole al bosque un destello casi mágico y de cuento. A ella le gustaba como describía lo bonito que podía ser un bosque y como hablaba sobre ello con tanta pasión, veía aquel brillito en sus ojos queriendo que ella entendiera las maravillas de la naturaleza y sí, lo entendió. Por supuesto que lo hizo cuando le hablaba con tanta devoción y convicción. No podría no haberlo hecho, aunque quisiera.

Su papá le había enseñado a trepar cuando por su propia cuenta había querido investigarse en la curiosidad de escalar un ombú. A su mamá no le gustaba mucho que fuera al bosque y mucho menos que escalara árboles, no solo por el hecho de que podría caer y hacerse daño, sino porque se ensuciaba toda la ropa y luego quedaba percudida, pero su papá siempre terminaba convenciéndola de que no pasaba nada y que luego él la ayudaría a lavar cada prenda, tan solo poniéndole ojos de cachorro logrando derretir su corazón por él.

El día de su cumpleaños. Específicamente el día que cumplía siete, en su casa había muchas personas, conocidos de la familia y miembros de la manada. Jae Woon y Minji todavía no habían llegado y su hermanita era muy pequeña como para jugar con ella en ese entonces, por lo que estaba sola en el patio, jugando con algunos de sus nuevos regalos. Fue un rato en el que estuvo afuera, siendo supervisada por sus padres de a ratos, pero Nanhee recuerda que hubo un momento en el que algo llamó su atención. Le pareció ver entre los arboles un destello dorado que brillaba incesantemente y ella como era una niña muy curiosa, se acercó un poco más y creyó ver que se trataban de dos ojos dorados mirándola fijamente.

Olfateó tratando de reconocer su olor, pero se encontró con un aroma a menta mezclado con madera. No era un olor conocido para ella, pero no le desagradó y tampoco pudo apartar sus ojos de él.

Le tranquilizó saber que se trataba de un lobo, uno desconocido, pero al fin un lobo. Solo se asustó un poco cuando lo vio moverse muy rápido entre los arbustos donde permanecía escondido, pero le dejó a la vista su aspecto físico. Era un lobo de pelaje completamente gris ceniza. Definitivamente no lo conocía, no estaba segura de haber sentido su aroma en la manada alguna vez, pero podría ser cualquier integrante que ella no conocía, por eso dio un paso adelante, confiada en que era parte de ella.

-Hola -dijo con una pequeña sonrisa.

Sintió su aroma hacerse más intenso, pero cuando quiso volver a acercarse un poco más, el lobo desconocido se dio la vuelta y se marchó en un trote un poco lento. Al principio se quedó un poco sin saber qué hacer, sus padres le habían prohibido ir por su propia cuenta al bosque, pero aquel lobo... Había algo en él que le llamaba a que lo siguiera y dando una mirada un poco dudosa hacia la casa verificando que sus padres no la estuvieran viendo, se metió entre los arbustos siguiendo al lobo.