25

62 7 8
                                    


No más

Es imposible sufrir sin hacérselo pagar a alguien;
toda queja lleva en sí una venganza.
(Fredich Nietzsche)

¿Por qué el tiempo transcurre tan rápido como para empezar a contar los meses, pero no para olvidar? Eso de que el tiempo lo cura todo es una mentira; el tiempo no cura nada, sólo finge hacerlo. Miente cínicamente mientras el cuerpo de una persona golpeada por él prefiere quedarse acostado en la cama porque el dolor le impide levantarse. De igual forma, miente al decirnos que las personas pueden cambiar al paso de los días, de los meses o los años. Las personas no cambian, algunas lo intentan, hay que reconocerlo, y otras fingen, pero nunca hay un verdadero cambio, no un cambio completo que valga la pena para volverlo a intentar. El tiempo desgarra y asesina el alma, no la cura. Es como una herida que se convierte en cicatriz; una que no deja de doler y nunca lo hará. El dolor permanece, no se aliviana; se aprende a vivir con él, esperando que en las noches decida permanecer dormido, como los demonios que habitan en nuestra cabeza. No siempre funciona, hay veces que despierta y asfixia, creando un llanto mudo que aumenta ese dolor en el pecho, creando un demonio que busca salvarnos de aquel sufrimiento o hundirnos más de lo que ya estamos.

[21 de febrero 2021]
Jung Hoseok, 25 años.
Park Jimin, 23 años.
Park JungKook, 22 años

Ya casi un año, y el dolor no cesaba, al contrario, cada vez era peor, se iba transformando en terribles pesadillas y horribles demonios que no solo aparecían en la madrugada; también estaban a las tres, cuatro y cinco de la tarde; a veces ni siquiera se iban y, durante el día, ardían en el infierno que habían creado dentro de los hermanos Park y de Hoseok. Los monstruos del hermano mayor buscaron fortalecerlo, lo hicieron menos vulnerable y un poco más fuerte; convirtió sus miedos en su ventaja. Se volvió un gran manipulador, dejó de ser aquel chico introvertido e inseguro asqueado por el tacto humano, para convertirse en un narcisista. Jimin era como un camaleón, capaz de cambiar a su antojo dependiendo de la situación. ¿Tierno? Podría serlo, un dulce algodón de azúcar si eso es lo que quieren de él, pero negarse a sus peticiones era algo intolerable. Hacer que su ira floreciera dentro de su ser era convocar al demonio que vivía dentro de él, y eso a veces lo asustaba. Mientras que su, ya no tan pequeño, hermano, se había vuelto una persona baste fría, escasa de sentimientos a la vista de cualquiera, pero Jimin sabía que eso era toda una fachada, a pesar de que JungKook le dijera que ese era su verdadero "yo", mentía, el chico inocente y amoroso aún existía, sólo que estaba oculto dentro de una caja, escondida en lo más oscuro de su ser para evitar ser lastimado una segunda vez. Jimin lo percibía, podía verlo en la forma en la que su hermano buscaba su mano mientras veían una película; lo veía en aquellos ojos cafés que perdieron su brillo, pero que nunca dejaron de verlo como lo más grandioso del universo. Su corazón cálido aún latía, lo que pasaba era que estaba herido y dolía; sufría en silencio y lo convertía en una persona indiferente a los demás. No les daba importancia, no sentía nada, o eso creía. JungKook seguía siendo aquel chico risueño que buscaba proteger a su hermano de cualquier persona y no se daba cuenta de que era él a quien Jimin estaba protegiendo ahora.

Hoseok se convirtió en una figura paterna para JungKook a pesar de la corta diferencia de edad que tenían. Quería darle todo lo que YoonGi no pudo: estabilidad. Fue tanto así que cuando el menor le pidió que se cambiaran de casa, lo hizo sin pensarlo. Le daría todo lo que pidiera sin dudarlo. Le daría todo. El mayor quería mostrarle que él no lo dejaría, lo haría sentir seguro, aunque muy dentro de él, sabía que también lo hacía por sí mismo, para no caer en la locura que sentía en los lugares más oscuros de su ser. Sabía que el menor se culpaba de lo sucedido y por eso ocultaba sus sentimientos en esa imagen llena de antipatía. Pero no tenía la culpa, nadie la tenía, y quería demostrárselo, sin embargo, era difícil de hacerlo. Incluso para él era difícil no culparse. JungKook prefería estar fuera de casa, metido en problemas. Hoseok se había vuelto más cariñoso, evitaba regañarlo y buscaba darle apoyo hablando con él, aunque no siempre funcionaba. El menor lo respetaba y lo escuchaba como un padre escucha a su hijo, pero ese coraje que suprimía era más fuerte, lo que lo llevaba a ser una persona desastrosa. Fue Hoseok quien empezó a poner limites en los hermanos cada que peleaban, era él quien les ponía un alto, aunque la mayoría de veces terminaba defendiendo a Jimin. Con él había creado un vínculo afectuoso. Eran unidos, JungKook lo notaba, pero guardaba silencio. Prefería no meterse a menos que su hermano lo necesitara, aunque siempre estaba atento a su cercanía, no quería que Hoseok lo usara como un suplente de YoonGi, y no quería que Jimin se refugiara en él y se volviera dependiente. Todos habían cambiado. De estar todo el día acostados evitando llorar en la cama sin ganas de levantarse pasaron a lo que ahora son: adultos luchando contra sí mismos.

Serial Killers | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora