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Dejando y retomando.
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Si dos chicos, que han sufrido tanto al fin encuentran unos brazos cálidos en quien recargarse, ¿por qué no dejarlos ser? Al final de cuentas ellos podían destruirse y al mismo tiempo podían reconstruirse al grado de curar cualquier herida, haciéndola una cicatriz que cada uno amaría hasta el final de sus días.

– Crearemos nuestro propio mundo — dijo Hoseok a poca distancia de los labios de YoonGi.

— El mundo más maravilloso...

Hoseok se volvió a apropiar de los labios de YoonGi, está vez con más deseo, con una gran urgencia de sentir al mayor tocarlo, esa necesidad de volverse un cuerpo, escuchando los sonidos que sus bocas producen, el allanamiento de ambas lenguas hasta encontrarse y saborear todo sentimiento provocado por el extasiáis.

YoonGi por su parte, comenzó a guiar a Hoseok a su cama hasta que sus labios terminaran separados porque ahora el menor se encontraba acostado y el mayor de ambos lo miraba de una manera que sólo los amantes podrían explicar, era una mirada que desnudaba el alma, desgarraba cada músculo, se estaba deleitando con la imagen de Hoseok. YoonGi relamió sus labios y lentamente comenzó a acercarse al menor, quien lo miraba con una sonrisa. Una vez estando sobre el menor, YoonGi comenzó un camino de besos en su abdomen, miró por un momento la cicatriz que tenía y sonrió. YoonGi estaba dispuesto a hacerla desaparecer de la mente del menor y convertirla en un bello recuerdo.

Alzó la mirada y se encontró con los ojos de Hoseok, una mirada difícil de descifrar, pero era pura. Era turno de Hoseok, así que sin tiempo que perder, se acomodó al nivel de YoonGi y quitó la playera que traía puesta, observó cada centímetro de su blanca piel y la delineó con su dedo índice, tragó saliva y comenzó a bajar su mano hasta llegar al botón de su pantalón, lo miró algo inseguro, pero YoonGi tomó su mano y asintió. Antes de seguir con ese acto, YoonGi tomó de la barbilla a Hoseok y lo besó profundamente, era un beso deseoso, un beso en donde le estaba entregando cada parte de su ser.

Ambos se deshicieron de cualquier prenda que pudiera evitar el contacto con su piel. Dos cuerpos desnudos entregándose a un bello infierno, uno que los consumía cada segundo, pero ellos eran los dueños de aquel infierno y eso lo hacía acogedor.

Besos y caricias, el cuarto había adquirido un aura intenso, ambos chicos moviendo sus cuerpos a la par, nadie podía separarlos, oh claro que no, ellos ya eran uno. YoonGi tenía el control de todo, besaba cada rincón del cuerpo de Hoseok, mientras este último veía al techo haciendo pequeños jadeos y posando sus manos en los cabellos oscuros del mayor. La mirada del mayor volvió a aquellos ojos que suplicaban por llevarlo al cielo, le dedicó un cálido beso antes de ponerse entre sus piernas y acariciarlas para quitar la tensión que había en Hoseok.

YoonGi se acomodó y sin decir nada comenzó a adentrarse en Hoseok, quien mordía sus labios y se aferraba a las sábanas de la cama, soltó un gemido y su respiración se volvió intensa. El mayor no hizo ningún movimiento, espero un poco para dejara de sentir dolor.

— Comenzaré ahora — fueron las palabras del mayor, quien se encontraba lleno de sudor. Sostuvo las caderas del menor y comenzó con lentas embestidas que iban subiendo de intensidad.

Hoseok sentía su cuerpo arder, aquello se sentía tan bien que sin pensarlo pedía por más y YoonGi no dudaba en dárselo.

Ambos se corrieron, había sido tan dulce todo lo hecho aquella vez, dos chicos inexpertos que habían llegado a la luna y habían conocido el calor del sol. YoonGi se acomodó al lado de Hoseok, los dos chicos tenían sus miradas fijas y Hoseok fue quien tomó la iniciativa de actuar después de haber hecho el amor, si, ellos no habían tenido sexo, ellos se habían entregado completamente, a pesar de no saber nada, se dejaron llevar por todos sus sentimientos y crearon una fusión de colores que nunca habían visto dentro de ellos.

Serial Killers | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora