Lo quería, no puedo negarlo, le tenía un cariño infinito, era un hombre que no pertenecía a ningún molde, parecía que había sido tallado independientemente a todos; lo más parecido a no pertenecer a este mundo.Por él tuve la postura de que no todos los hombres son iguales, porque a su lado todas las cosas inimaginables cobraban vida: entregaba amor como jamás imaginé que se podía, dejaba ese aroma cálido en las sábanas, donde automáticamente te resguardaba y los sueños se quedaban en cada pliegue de la almohada.
Me entregó toda configuración de su corazón, dándome el poder de hacer, deshacer, reiniciar o reprogramar lo que se me antojara «es mío» me repetía cada noche. Era feliz de pertenecerme, sus ojos me pedían a gritos envolverlo. Me amaba sin palabras, sin tiempos, sin excusas.
Pero yo...
yo no lo amaba, nunca pude hacerlo. ¡Lo intenté! ¡Juro que lo intenté! Me esforcé día a día, yo creí que con el tiempo podría llegar a amarlo, pero solo crecía en mi interior remordimiento y mis intentos resultaban ser una actuación de bajo presupuesto.
«Quédate con quien te ama».
Es el consejo más imbécil que me han dado en la vida, lo único que resultó fue esto: un corazón conforme y otro al borde de un colapso. El mío era el segundo.
No podía seguir en una vida errónea y, desde luego, él tampoco merecía conformarse con alguien que le ofrecía tan poco.
Allá afuera, en algún lado debe estar la persona para él, pero no soy yo, y no quería seguir usurpando el lugar donde debe estar alguien más.
—Eres el amor de mi vida —me dijo antes de cerrar la puerta.
—Pero tú no eres el mío.
Me trazó una sonrisa y me deseó la mejor de las vidas. Allí comprendí que amar es libertad y no aprisionar, amar es estar dispuesto a aceptar cualquier camino que el otro pueda escoger, aunque tú no estés en él. Porque amar es sin condición, sin tratados de tiempo, sin firmas en papel. Antes de amar debes saber que no siempre te van a corresponder.
Amar no duele,
querer sí.
ESTÁS LEYENDO
Desfibrilador (✔️) en librerías.
PoetryCada quien vive sus propios tormentos. Los míos me trajeron hasta donde estoy hoy, no sin antes intentar hundirme. La muerte me miró a los ojos una noche de febrero de 2010, recuerdo la sangre manar a borbotones de mis entrañas, me ahogaba, desapare...