Siempre se le culpa al hombre de la violencia, estamos saturados en redes sociales del famoso patriarcado, gritando a los cuatro vientos que los hombres son malos y que en la mujer está el cambio.
«Educa a tu hijo para que respete a la mujer».
«Educa a tu hijo para que no vea con morbo a una niña que viste de falda por el calor».
«Educa a tu hijo para que no sea un violador, secuestrador o asesino».
Nos meten tanto la idea de que el varón debe recibir mayor educación, pues "por naturaleza" él quiere poseer.
La mujer es la víctima que sería incapaz de atentar contra el cuerpo de alguien más... Difícil imaginarlo, ¿cierto?
Te quiero contar algo que, aunque es una historia vieja, cada vez que la cuento me asquea más. Sé que muchos lo tomarán mal, otras se indignarán y creerán que solo existe en películas, sentirán todo un golpe de realidad, pero siento que no me lo puedo callar más, pues a mí, siendo mujer, me violaron, no una, sino dos mujeres.
Tenía dos años y ellas entre quince y dieciséis, eran las vecinas de enfrente, chicas hermosas, de aparente buena familia, estudiantes que ayudaban en el trabajo del hogar.
Ante los demás me trataban como una pequeña hermana, terminaron siendo niñeras, y despidiéndome a besos cuando era hora de marcharme. El problema era cuando nadie las veía, se abalanzaban sobre mi cuerpo para tocarlo a su antojo, besarme, susurrarme palabras de mierda y hacerme sentir sucia.
«¿Dos años dices, en verdad recuerdas?»
Sé lo que estás pensando, y sí, claro que recuerdo hasta el más mínimo minuto de tortura, recuerdo bien cómo me sentía sucia a pesar de no entender nada, poco hablaba, pero claro que pensaba, y siendo ignorante en este tema de la sexualidad, sabía que lo que me hacían estaba mal.
De mañas, ellas sabían por montones, me amenazaban con una bruja, una máscara hecha de papel maché, me encerraban junto con una de ellas por varios minutos hasta que no aguantaba más y escuchaba entre insultos: «Si le dices a tu mamá, te volveremos a encerrar». «Si le dices a alguien más, la bruja se llevará a tu mamá».
En mis pequeños hombros recaía toda una lucha por salvarme y salvar a mi madre, «está en mi cuerpo mantenerla con vida» pensaba y mi mente, en una manera de protegerse, me autodenominaba superhéroe, ellos soportan todo y yo no sería la excepción.
Tal vez, si a esas jóvenes también les hubieran enseñado el valor de una vida, de su prójimo, si les hubieran enseñado que no tienen poder sobre nadie más, que los niños no se tocan, que los niños no se violan, que no es no, quizá todo hubiera sido distinto. Pero el hubiera no existe, así que aquí estoy para decirles, mamá y papá: La maldad no reside en el sexo ambos necesitan la misma educación, no importa que las estadísticas señalen por mucho a los hombres, piensa en la minoría, que a este paso ¿quién niega que un día puedan rebasar las estadísticas?
La guerra no es cosa de género, ninguno es más inocente que el otro, ninguno es más bueno que otro. Ambos pueden desencadenar todo un cataclismo y ambos pueden ser partícipes de darle un giro al mundo.
Y a veces una historia puede ser un buen comienzo.
ESTÁS LEYENDO
Desfibrilador (✔️) en librerías.
PoetryCada quien vive sus propios tormentos. Los míos me trajeron hasta donde estoy hoy, no sin antes intentar hundirme. La muerte me miró a los ojos una noche de febrero de 2010, recuerdo la sangre manar a borbotones de mis entrañas, me ahogaba, desapare...