10. Voz

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—Eres una molestia. —escupe Jotaro, para luego darle una mordida al sandwich de atún que tiene en la mano—.

El biólogo reposa sobre un asiento de tronco de madera improvisado, ciertamente, un árbol que fue hachado y no corrió la misma suerte que la radiante araucaria que brinda sombra en aquella pequeña zona a la que le llaman "patio". Él observa hacia los retazos de cielo que se filtran entre las ramas del joven pino, como la luz trata de inmiscuirse entre tanta contaminación visual a su alrededor, tantos rascacielos, tanto humo de motorizados. La araucaria es un pequeño yuyo intentando sobrevivir entre tantas jaulas de cemento, prisionera de un sistema que hace todo por acabar con ella.

Jotaro suspira, aparentemente está prestando menos atención de la debida...¿O al contrario?

Igual accediste a mi propuesta. —la voz del otro lado lo desconcierta de sus pensamientos—.

Estaba en lo cierto. Se había dejado corromper por algo tan simple como indebido. Jamás se hubiera imaginado interrumpiendo la sagrada hora del almuerzo para ir a hablar por teléfono con un...¿Desconocido?
Trata de encontrar una excusa, más no obtiene ningún resultado muy creíble. No puede negar que se siente algo estúpido.

—Tenía hambre, es todo. —exclama, mientras mira el sandwich con cierto repelús—.

No le iba a decir a Kakyoin que no hace mucho ya se había tomado un café. Seguramente hoy tenga que adelantar también la hora de la cena, una desorganización nueva en su rutina.

—¿Y como está yendo tu día?

Si ya se había sentido consternado con el comentario anterior, este lo había descasillado aún más. No porque sea una pregunta difícil de responder, sino porque lo impulsaba a tener que analizar todo lo que había vivido desde que se levantó hasta ese momento en el cual solo estaba...tan solo disfrutando de aquel momento de calma.

Claro, esa era la respuesta que buscaba.

—Calmo.

Ciertamente no había influido tanto que se encuentre almorzando temprano por más que se haya quejado con su compañero. Era indiferente, después de todo, luego se haría otro café para contrarrestar un posible apetito a media jornada. Y el trabajo tampoco era una gran molestia, o nada que no pudiera sobrellevar.
Entre sus dedos, el dispositivo próximo a su oreja se sentía liviano, así como todo el entorno en general...

—¿Y el tuyo?

Hubo un pequeño silencio. Seguramente Kakyoin se había sorprendido al otro lado de la línea por un ocurrente interés de su compañero. Después de varios segundos, le dió una respuesta amena como siempre. Esa conversación acerca de sus días se extendió unos 10 minutos, hasta que el pelirrojo cayó en cuenta de que el único y exclusivo motivo de aquella charla era acerca de las tutorías.

Cierto...las tutorías.

—Yo...señor Kujo, ¿A usted qué horario le acomoda?

Jotaro ya había pensado en ello en varias ocasiones, la diferencia horaria era un obstáculo inmenso. No obstante, más allá del tiempo que ocupa el trabajo, debía considerar que Kakyoin aún estaba estudiando en la universidad.  Por otro lado, desvía nuevamente el tema, en su cabeza resuena el timbre de la voz de su compañero diciendo su nombre de manera tan elegante. Algo en sí mismo se estremece un poco, está muy acostumbrado a que lo llamen de aquella forma, pero quiere oir otras palabras en esa voz.

—Puedes llamarme Jotaro.

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°🍒°

No quería gritar, pero las ganas le sobraban. Su mano se desliza sobre el lecho para tomar con fuerza las sábanas que allí cuelgan hacia el suelo. 
La puerta de la confianza se estaba abriendo, y presentía que no debía dejar aquella oportunidad para romper el hielo que tiene el doctor por personalidad.

A kilómetros de ti. (JJBA) -JotaKak-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora