A kilómetros de ti. (JJBA) -JotaKak-

16. Ojos que no ven.

Tiene las manos en sus dos sienes, en señal de desesperación. Las voces de su cabeza le dicen que se rinda, que ya tendrá otra posibilidad de intentarlo; pero a su vez, oye la voz de su compañero repitiendo la misma pregunta una y otra vez:

—¿Qué dice el artículo 14 sobre la ley de protección de los mares?

Se muere de ganas de decirle que no lo sabe, pero en el fondo tiene la respuesta y le da mil vueltas debido a su inseguridad.
Opta por arriesgarse, recitando todo el verso de memoria, y lo único que oye del otro lado de la linea son sonidos de aplausos sordos.

—No puedo más... —suspira, mientras se deja caer sobre la mesa, escondiendo su cara entre sus brazos—.

—Lo hiciste excelente, te irá perfecto en el exámen. —halaga Jotaro—.

Agotado, sonríe para sí mismo. Las palabras del mayor elevan su autoestima lo necesario para querer comerse el mundo.

Podría dormirse en esa misma posición, sintiendo la calma de oir a su compañero haciendo sus labores diarias, sin separarse el uno del otro. Los ruidos de vajilla no le resultan molestos, ya sabía que el pelinegro iba a tratar de hacer un budín de limón durante la tatde a fin de cultivar sus habilidades culinarias.

—¿Por qué no sales a tomar aire? —indaga, interrumpiendo los pensamientos de aquel—.

—Si...

Noriaki bajó por las escaleras con el sentido de salir al patio, no sin antes tomar un vaso de limonada del refrigerador, y luego sí poder sentarse en el borde de la helada madera del suelo.

Había sido un domingo tan lento, tan lento...

El cielo había estado nublado esa semana, con temperaturas tan frías que calaban los huesos de los habitantes, y claro, nieve que vestía la ciudad de pureza absoluta.

El pelirrojo adora ese clima, y aprovecha de dibujar en la nieve con su dedo índice. Aprecia la compañía de Jotaro, quién se encuentra silencioso debido a la concentración de sus actividades. Más no necesita que diga nada, es suficiente con sentirlo a su lado.

Mañana es el exámen que tanto aguarda, y se siente listo.

Obvio no puede evitar los nervios, pero se había aislado de todo (excepto de su tutor) para dedicar un semestre entero a rendir aquella asignatura que culminaría con su título. Por suerte, todo su circulo social comprendió la situación y le desearon lo mejor.

Solo quedaba ir y terminar lo que había empezado.

Pronto, observa cómo los copos de nieve comienzan a caer, como señal de que de tomar más aire, podría enfermarse, y no podía permitirlo después de haberse preparado tanto.

—Voy a volver a mi habitación, comenzó a nevar otra vez. —exclama, mientras cierra la puerta corrediza de la sala—.

—Está bien, prefiero que no tomes frío afuera. 

Ama oír la preocupación en sus palabras, el tono de su voz.

Cuando Noriaki sube a su cuarto, oye el sonido del horno, y la típica forma de su suspirar al terminar con un tarea.
Decide desvestirse, para luego tomar un merecido descanso sobre su nocturno lecho.

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Jotaro se recusta sobre el sofá del living, totalmente despreocupado durante los 40 minutos que tardaría el budín en hornearse.