15. Mismas tangentes, diferentes coordenadas.

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Sus vacaciones se pasaron volando, pero sentía que las había disfrutado como nunca antes. Siquiera el trabajo había sido un gran obstáculo, puesto que le había agarrado el ritmo y se consideraba todo un jefe de área gracias a sus propios conocimientos, y en parte a sus tutorías.

Había salido un par de veces con sus amigos, e incluso una vez con Dio.

El rubio lo había contactado al otro día de su reconciliación con Jotaro, pidiendo disculpas por sus actitudes y casi rogando que le de otra oportunidad para entablar una amistad. Noriaki, al no poder guardar rencor, le concedió aquella salida.

Claro estaba que a Jotaro no le gustaba en absoluto esa cercanía con Dio, pero el de cabello rojizo parecía alegre con haber hecho un nuevo amigo, y no podía argumentar en contra de ello. Habría tenido que aprender a reprimir aquellos celos, siempre recordando que Noriaki había declarado sus sentimientos a él y solo a él.

La relación entre ambos biólogos había mejorado mucho, aún cuando ya era buena. La comunicación seguía fluyendo de forma exquisita, las llamadas diarias, videollamadas semanales, y obvio sin escasear en jornadas de videojuegos.
El mayor había dejado un poco su actitud tosca de lado, pasando a ser más comprensible, amable y atento.

Y si, podría atribuir aquel cambio a la aceptación de sus sentimientos. Pero en gran parte se debía a la simple individualidad del pelirrojo, cuya actitud sensible había conseguido remover lo más profundo de su corazón, llegando al punto de poder admirar quien él era, y tratar de adoptar un poco más su forma de ser.

Todo iba demasiado bien, pero como bien se sabe, la felicidad suele ser efímera.

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...

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Detesta el calor casi tanto como detesta los transportes públicos, y eso era mucho.
Aún sentado en una reposera, en el balcón de su departamento, usando unos documentos a modo de abanico, y bebiendo un vaso de 80% hielo 20% soda, no podía apalear la sensación de estar cocinándose en vida.

Y eran las malditas 6 de la tarde.

Sentía que el verano era la temporada alta de su rubro, y el trabajo lo estaba matando. Había llegado al punto de tener que trabajar en su casa, incluso siendo sábado.
Hace unos días había vuelto de una serie de investigaciones en las costas de España, y el lunes tendría que viajar hasta Francia para continuar con esos mismos informes.

Si no fuera por el agobiante sol que arrasaba con toda vida, podría dormirse allí mismo debido al cansancio.

Tenía ganas de tomar el celular y llamarlo, requería oir su voz diciendo: "Tú puedes, Jotaro", con ese tono de ánimo que alegraba sus días.
Pero había procastinado suficiente esos días, y le había advertido a Noriaki que se tomarían ese día para sí mismos, en buenos términos, tanto para adelantar trabajos como estudios en caso de su compañero.

Pero mierda, qué difícil se había vuelto.

Hastiado, se recuesta un poco más sobre el asiento, cubriendo todo su rostro con aquellos documentos que previamente sostenía. 

Se permite un breve descanso, sólo para dedicarse a pensar en su pelirrojo.  Aún no puede concebir cómo se había vuelto tan relevante en su vida, al punto de sacarlo de su rutina.

Su mente seguía volviendo a la misma escena una y otra vez, como si tuviese miedo de que se desvanezca, como si fuera posible que eso sucediera.
¿Y como? Si cerraba los ojos y estaba allí.
No quería seguir con sus labores diarias, sino dedicarse a soñar.

Los recuerdos pasan a transformarse en deseos, en la proyección de un escenario imaginario donde se podía ver junto a él, donde podía sentir su tacto cuántas veces quisiera y no debería limitarse sólo a oir el sonido de su voz.

A kilómetros de ti. (JJBA) -JotaKak-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora