𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟓. 𝐃𝐮𝐝𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬...

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CAPÍTULO 25.
DUDAS PRESENTES DE
MIEDOS PASADOS
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      —TENED. LA SANGRE de Iván.

      Me paralicé durante un instante. Veníamos a por ella, pero aún así, ¿cómo la había conseguido tan rápido?

      —¿Ya? —Mis labios expresaron mi sorpresa antes de que mi cerebro les ordenara mantenerse sellados.

      —Te recuerdo que tenía que entregártela voluntariamente —dijo Ethan, recibiendo el pequeño tubo—. ¿Cómo has logrado convencerlo de renunciar a Asia?

      —No lo he hecho —respondió—. Según dijisteis, Iván tenía que acceder a entregarme su sangre, pero no dijisteis que tuviera que explicarle por qué la quería.

      Ethan frunció el ceño.

      —Por supuesto. Ya visualizo la escena: “Oye, cariño, ¿me dejas que te saque sangre?” “Oh, pensaba que nunca me lo pedirías… ¡Qué cachondo me pones! ¡Vacíame!” —se burló. Me mordí el labio, tratando de disimular la risa, aunque a Constance no le hizo gracia y fue ella quien frunció el ceño esta vez.

      —Baja esos humos, Elsa —se cruzó de brazos. El vampiro elevó una ceja—. Le dije que quería enviar su sangre al laboratorio del hospital para que le hicieran unas pruebas. Por lo de las enfermedades de transmisión sexual.

      —Los vampiros no podemos contraer ni transmitir ninguna ETS. Estamos muertos —puntualizó. Tanto Constance como yo nos removimos en nuestro sitio, algo incómodas—. E Iván lo sabe.

      —Lo sé. Ya me lo dijo —respondió la rubia—. Pero le dije que lo hiciera por mí, para que me quedase tranquila.

      Ethan asintió, conforme, y se guardó el tubo en el bolsillo.

      —Que pases una buena noche. Nosotros tenemos más cosas que hacer —se despidió, agarrándome de la mano con la intención de salir de la floristería.

      —¡Esperad! —Me giré automáticamente, Ethan se limitó a mirarla por encima del hombro—. Hay algo más que debéis saber. He descubierto el mayor miedo de Iván cuando rompió el vínculo.

      Ethan giró completamente para tenerla de frente y yo me tensé como la cuerda de un arco. Ambos la miramos, expectantes.

      —No me siento orgullosa —Sus ojos se movían frenéticamente por toda la floristería, evitando mirarnos a alguno de nosotros, mientras se retorcía los dedos de las manos con nerviosismo—, pero, como florista, conozco todas las propiedades de las plantas que vendo y… una de ellas, provoca unos efectos… alucinógenos… Y como lo que me habíais dicho sonaba peligroso, yo…

𝔗𝔢𝔫𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫; 𝔈𝔱𝔥𝔞𝔫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora