𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐. 𝐌𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐚𝐬 𝐲 𝐬𝐨𝐬𝐩𝐞𝐜𝐡𝐚𝐬

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   CAPITULO 2.

MENTIRAS Y
SOSPECHAS
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      LA HABITACIÓN ESTABA completamene oscura cuando desperté. Me encontraba desorientada. En el cuarto flotaba un ambiente cálido que de alguna forma me relajaba en lugar de sofocarme. Cuando mi vista se acostumbró a la oscuridad, los recuerdos de la noche pasada me golpearon con fuerza. Seguía en la habitación de Ethan, recostada sobre su cama. Desnuda. Giré la cabeza para mirar a mi acompañante que seguía dormido y, aún así, me tenía firmemente abrazada por la cintura. Tenía una expresión totalmente relajada que me hizo sonreir como una idiota sin darme cuenta. Así, con el ceño sin fruncir, los labios entreabiertos y la respiración acompasada parecía incapaz de hacerle daño a alguien; aunque la realidad era otra.

      Le acaricié la mejilla con el dorso de la mano y retiré unos cuantos mechones que se le habían pegado a la frente a causa del sudor. La sábana le cubría hasta la cadera, dejando su ancha y trabajada espalda al descubierto. Me vi tentada a pasar mis manos por ella. Sin embargo, mi conciencia me dio una bofetada antes de que pudiese hacerlo.

      Iván.

      Había olvidado por completo por qué estaba aquí. Así. Con él. Dirigí mis ojos al techo, con la mirada perdida. Se suponía que había hecho esto por Iván, pero no pensé en él hasta por la mañana, muchas horas después de haberlo hecho. Me entraron ganas de llorar. No porque hubiera traicionado nuestro vínculo, sino porque no me arrepentía. Me tapé la boca con las manos, ahogándo un sollozo. Cerré los ojos con fuerza y traté de regular mi respiración para sofocar el llanto, al menos hasta que saliese de la habitación de Ethan. No quería despertarlo. Tenía miedo de no ser capaz de lidiar con que, ahora que había conseguido lo que quería, volviese a comportarse como un capullo conmigo.
      Respiré profundamente y agarré con cuidado la mano con la que me sujetaba contra él. Sentir de nuevo el contraste de mi piel cálida con la suya helada, me provocó un agradable escalofrío. Apreté ligeramente su mano entre mis dedos y lentamente retiré su brazo. Un frío desagradable se apoderó de la zona que había dejado al descubierto. Suspiré.

      Cuando me senté sobre el colchón, un gemido lastimero escapó de entre mis labios al sentir una dolorosa punzada en la zona de la entrepierna. Cerré los ojos con fuerza y expulsé lentamente el aire que, sin darme cuenta, había estado reteniendo. Cuando el dolor pasó a ser nada más que una ligera molestia, me levanté con dificultad. Me dirigí hasta la puerta para recoger mi vestido negro que seguía en el suelo.

      —Genial. Ando raro —me quejé en voz baja.

      Recogí la prenda de ropa con un quejido y salí sin hacer mucho más ruido. Miré a ambos lados del pasillo. Los últimos rayos de luz del día se colaban a través de un fino hueco entre las gruesas cortinas de la única ventana del corredor: la ventana por la que Iván me empujó. Negué con la cabeza, desechando aquel pensamiento. Tenía que darme prisa en llegar a mi habitación antes de que alguno de los habitantes de Vampirolandia se despertase y me encontrase desnuda.

𝔗𝔢𝔫𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫; 𝔈𝔱𝔥𝔞𝔫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora