𝐓𝐄𝐍𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍 | Empezó siendo una forma de proteger a Iván y, antes de que pudiese darme cuenta, era yo quien lo buscaba. Me arriesgué a entrar en su juego y fallé estrepitosamente.
***𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒
A día de hoy, es decir, 7 de agost...
NOS ENCONTRÁBAMOS RECOSTADOS sobre la cama, tapados con las sábanas para protegernos del frío que había traído consigo la tormenta. Bueno, al menos yo lo hacía por eso. Ethan me tenía abrazada por la cintura y su cabeza descansaba sobre mi pecho. Aunque su respiración ya estaba tranquila, cada vez que el cielo tronaba notaba como todo su cuerpo se tensaba, por eso no había dejado de acariciarle la cabeza en ningún momento. De vez en cuando, cuando lo notaba muy tenso, le frotaba la espalda para hacerle saber que todavía estaba con él. Que no me había ido.
—Deberías descansar —le susrré, despacio—. Es tarde. —No puedo —me respondió con el mismo tono—. La pesadilla... parecía tan real... —¿Quieres contármela? —pregunté, cauta.
El silencio inundó la habitación. Ethan se había tensado y contenía la respiración. Parecía estar debatiéndose entre si debía contármelo o no. Finalmente, terminó por soltar un largo suspiro.
—¿Puedes... traerme un vaso de agua antes? No me encuentro bien —susurró. Parecía abatido—. Por favor. —Claro.
Ethan me liberó de su agarré y yo me removí entre las sábanas para bajar de la cama. Antes de salir de la habitación me giré para ver a Ethan recostado boca arriba y con la mirada perdida en el techo. Volví a acercarme a él, acuné su cara entre mis manos y le di un suave beso en la frente.
—Enseguida vuelvo —le susurré aún con su cara entre mis manos. Él sonrió tenuemente, con la tristeza reflejada en sus electrizantes ojos azules, antes de asentir.
Bajé a la cocina rápidamente. Abrí el grifo y, mientras llenaba un vaso con agua, vi como caía un rayo a lo lejos, iluminándo la cocina de forma siniestra. Me recorrió un escalofrío. Cerré el grifo y volví a subir a la habitación lo más rápido que pude sin derramar el agua.
—Ya he vuelto —anuncié mientras volvía a poner la silla del escritorio contra la puerta para que no se abriese.
Al darme la vuelta me encontré con Ethan de pie frente a la ventana completamente rígido. No me contestó. No hizo ningún movimiento que me diera a enternder que me había escuchado, ni siquiera se giró. Dejé el vaso sobre su mesita de noche y me acerqué, despacio.
—¿Ethan? —le toqué el hombro provocando que se girase con brusquedad. —Ah, eres tú, Gudrun. Me has asustado. Hace media hora que empezó el combate, ¿dónde estabas? —El pánico se le reflejaba en los ojos.
¿Quién era Gudrun? Y, ¿por qué me llamaba así? Le miré completamente confundida, pero él siguió hablando como si estuviera en trance.
