𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟗. 𝐁𝐢𝐞𝐧𝐯𝐞𝐧𝐢𝐝𝐚 𝐚𝐥 𝐌𝐨𝐨𝐧𝐝𝐚𝐧𝐜𝐞

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CAPITULO 9.
BIENVENIDA AL
MOONDANCE
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      LA VOZ DE Ethan había captado la atención de todos en la sala, ocasionando que nos girásemos hacia él. Creía que nos íbamos a quedar aquí, celebrando una fiesta tranquila en «petit comité». Aunque por la sonrisa complice que se dedicaban Beliath y el albino, supe que sus planes habían sido otros desde el principio.

      —¿Irnos? ¿Ir a dónde? —Aaron expresó mis dudas en voz alta.
      —¿No pensarás en serio que nos íbamos a quedar aquí? La noche es joven —dijo Beliath—, y nosotros también.
      —¿Vosotros? ¿Jóvenes? —Me fue imposible contener una carcajada—. ¿Cuántos años decías que cumplías, Aaron?

      El mencionado me sonrió mientras que Beliath me dirigió una mirada de disgusto.

      —¿Te parezco viejo, ratoncito? —Parecía que mi comentario le había molestado más de lo que le gustaría admitir. Me limité a levantar las manos en son de paz.
      —Al menos, deja que Aaron abra sus regalos antes de irnos —pedí.

      Tanto Rafael como Vladimir estuvieron de acuerdo. El primero en adelantarse hacia el licántropo fue Beliath, quien le tendió una bolsa de papel. Aaron le sonrió en agradecimiento y de ella sacó unos vaqueros y una camisa blanca. Aaron le agradeció una vez más, pero cuando Beliath le restó importancia alegando que «lo necesitaba de urgencia» vi como la sonrisa se le torcía.
      Rápidamente se recompuso para recibir las cajas de cerveza que le entregaba Iván como si le hubiese salvado la vida. No pude evitar soltar una risita cuando vi a Ethan poner cara de asco al ver la bebida. Traté de disimularla lo mejor que pude aclarándome la garganta cuando todos se me quedaron mirando. Beliath me bufó con burla.
      Involuntariamente, dirigí mi vista hacia Vladimir, quien me miraba con el ceño aún más fruncido —si es que era posible—, y con una expresión de infinita desaprobación. No tenía ni idea de que podría haberle hecho para que estuviese de esa forma, pero decidí que hablaría con él más tarde. A solas.

      Rafael se acercó al pelirrojo, aliviando la tensión del momento. Se abrazaron y seguidamente le entregó un pequeño paquete envuelto. Resultó ser un libro de no sé qué. Estaba demasiado ocupada intentando adivinar lo que pensaba Vladimir como para prestarles atención. Toda la atención recayó entonces en el vampiro aristócrata.

      —Yo tengo que hablar contigo más tarde, Aaron —avisó. Cerró los ojos y se balanceó ligeramente sobre su bastón antes de continuar—: Te lo daré entonces.
      —¿Ethan? —llamó Ivan, con sorna. El aludido le miró con profundo desinterés—. Déjame adivinar: No has traído nada porque, como todos los años, piensas que con tu divina presencia es suficiente.

      Ethan le sonrió sin gracia.

      —¿La sangre de Asia te ha vuelto adivino o qué? —se burló el zarco, dándole la razón.

      Iván gruñó, pero Aaron los detuvo antes de que aquello fuese más lejos, recordándole al rubio que traer un regalo nunca había sido obligatorio. Ethan sonrió victorioso e Iván volvió a gruñir. Me apresuré a agarrar la caja que había dejado en la mesa del comedor al bajar.

      —Ten —Le ofrecí el regalo con mi mejor sonrisa, esperando que se relajara el ambiente.
      —Gracias, Asia. No era necesario —admitió, perplejo. Enseguida se recompuso y se desihizo del papel de regalo para sacar la espada de la caja. La miró maravillado por unos segundos, y tras recorrer con la yema de sus dedos toda la extensión de la hoja, la blandió con maestría.
      —Cuidado con eso, gran guerrero —pidió Beliath, dando un paso hacia atrás.
      —Es preciosa, Asia. Gracias —murmuró Aaron, todavía algo impresionado y haciendo oídos sordos al comentario de Beliath—. ¿Cómo has sabido...?
      —Digamos que... me han ayudado un poco —interrumpí. Le sonreí.

𝔗𝔢𝔫𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫; 𝔈𝔱𝔥𝔞𝔫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora