𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟖. ¡𝐅𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐜𝐮𝐦𝐩𝐥𝐞𝐚ñ𝐨𝐬!

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CAPITULO 8.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS

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      EMPECÉ A ESCUCHAR actividad en la mansión como un murmullo lejano. Me removí entre las sábanas, aún con los ojos cerrados, mientras se me escapaba una sonrisa por la comodidad del colchón. Involuntarimente extendí el brazo, tanteando la cama intentando encotrar el cuerpo de Ethan acostado junto al mío... ¡Ethan!

      Me incorporé abruptamente, trantando de levantarme de la cama para salir de la habitación incluso antes de que mis ojos se adaptasen a la luz de la luna que entraba por la ventana. En menos de dos pasos ya estaba frente a la puerta. Tuve que detenerme un momento, me había levantado tan rápido que todo me daba vueltas, incluso me habían entrado nauseas. Con las manos sobre la manivela de la puerta, cerré los ojos y apoyé la cabeza sobre la madera oscura para respirar despacio y calmar las ganas que sentía de vomitar. Una vez conseguido, volví a abrir los ojos. Me extrañaba que Ethan no me hubiese dicho nada todavía. Me giré, aún algo desorientada, para darme cuenta de que Ethan no estaba sobre la cama ni en ningún otro lugar de la habitación... mi habitación. ¿Qué hacía aquí? Podría jurar que había dormido con Ethan. No había sido un sueño, ¿verdad?

      Salí de la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Entré al baño a lavarme la cara para terminar de despertarme. Al salir, ahora mucho más despejada, escuché voces provenientes del pasillo que hablaban es susurros. Podría reconocer una de esas voces donde fuera, lo que hizo que me diese un vuelco al corazón, pero no le tomé importancia. Me acerqué sin hacer ruido.

      —¿Estás seguro de que es mañana? —preguntó Beliath.
      —Segurísimo, y tiene que salir perfecto —Aunque no sabía de qué estaban hablando, la voz determinada de Ethan me hizo sonreir un poco. Escuché a Beliath suspirar con frustración.
      —Y dime, ¿ya tienes el regalo? —preguntó el mayor. Parecía un padre cuestionando a su hijo. Ethan bufó.
      —No.
      —De verdad que no te entiendo. Todos los años te esfuerzas porque se lo pase bien el día de su cumpleaños, pero nunca le traes nada y te comportas como si te obligásemos a estar allí —se quejó Beliath.
      —Bueno, tú ocupate de lo que te he dicho —contestó Ethan a la defensiva.
      —¿Y tú qué vas a hacer?
      —Yo no puedo hacer nada aún. Estoy esperando a alguien.
      —¿Tal vez al ratoncito que lleva escuchándonos un buen rato entre las sombras? —se burló Beliath—. Sal de ahí, Asia. No te vamos a comer. No yo, al menos.

      Noté como la cara se me ponía roja. Más por el echo de que Beliath me hubiese descubierto que por la insinuación de después. Ethan le dio un puñetazo amistoso en el brazo a Beliath, quien desapareció por el pasillo con una sonora carcajada. Ethan se acercó a mí de brazos cruzados.

𝔗𝔢𝔫𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫; 𝔈𝔱𝔥𝔞𝔫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora