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La leve luz del sol de la mañana se filtraba por la cabaña haciendo parpadear al peliazul, despertandolo de su sueño

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La leve luz del sol de la mañana se filtraba por la cabaña haciendo parpadear al peliazul, despertandolo de su sueño.

Después de lo que sucedió esa noche apenas pudo descansar, se había despertado varias veces en el transcurso de la madrugada por fragmentos de sus recuerdos que aparecían en su memoria en vívidos recuerdos, dejándole con la misma sensación que el verdadero Jaemin sintió en ese entonces y que él pudo sentir esa noche.

Sin embargo Jeno había permanecido con él toda la noche haciéndole compañía hasta que volvía a caer dormido.

Al inicio se sentía arrepentido de pedirle al rubio que se quedara con él pero cuando su ayuda le hizo efecto ayudándolo a consciliar el sueño se convenció a sí mismo de que no había sido del todo una mala idea.

Se acomodó en la cama y miró al rubio descansando con tranquilidad a su lado.

Se había sentido mal de que este se quedara despierto sentando por horas así que se tragó su orgullo y vergüenza y le pidió que durmiera junto a él.

Fijó su mirada al tranquilo rostro de Jeno, los destellos del sol iluminaban su rostro y podía ver sus largas pestañas temblar, su rostro era tan hermoso que incluso dormido podías decir que era digno de ser el protagonista.

Se levantó tratando de no hacer ruido y de no despertar a Jeno, no tenía cara para verlo en esos momentos después de que durmieran en la misma cama, no sabría como actuar.

Se alistó de nuevo y se colocó su capa listo para salir.

—¿Despertaste?— escuchó a sus espaldas una voz ronca.

Jaemin se tensó.

Era demasiado tarde para huir.

—Tenemos que marcharnos por si surge un contratiempo— dijo Jaemin sin atreverse a voltear y acomodándose su carcaj y arco en su hombro.

No escuchó respuesta y quería sentirse aliviado pero no pudo evitar voltearse.

Jeno estaba sentado en la cama con su cabello rubio despeinado y un rostro somnoliento, era difícil decir si estaba despierto o si se había dormido con los ojos abiertos.

—¿Cómo... Cómo estás?— preguntó de repente justo antes de que Jaemin pudiera salir.

Su mano se congeló a medio camino de poder abrir la puerta.

Sabía que con esa pregunta se refería a lo que había pasado horas atrás y siendo sincero, Jaemin no quería responder.

Uno: porque no quería recordar todo lo que sintió y vio, dos: porque exactamente esos no eran sus recuerdos y esa pregunta no debía ser respondida por él, sino por el Jaemin original.

Pero ese Jaemin ya no estaba y probablemente nunca volvería a regresar.

—No importa— respondió con sequedad— deberías alistarte para...

I'm (Not) The Villian | NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora