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A pesar de todo, nuestra conversación se alargó durante un buen rato. Fue él quien más habló, como no podía ser de otra manera. Me contó que venía de un pueblo costero a unas cuantas horas de distancia, uno donde abundaba la vida campestre y era, en principio, el destino vacacional de muchas familias. La suya, me dijo, se mantenía de la renta de cabañas cercanas al mar que no cabían de huéspedes durante las heladas del invierno; no les iba mal, todo lo contrario. Con ello había conseguido entrar a la universidad sin ninguna clase de preocupaciones a estudiar ―y no me resultó una sorpresa― literatura.

Me asombró la soltura que poseía para hablar de él, de su historia familiar y su desidia a la hora de elegir una carrera universitaria. De aquel año sabático que se tomó para viajar por Europa patrocinado por su padre, a quien le pareció muy bien que su hijo viera mundo antes de establecerse y centrar la cabeza donde debía.

Me contó tantas cosas y, a su vez, no me dijo nada.

Al menos algo de todo lo que yo deseaba conocer.

Supe del viaje, pero no por qué eligió tal continente. No enumeró las ciudades, los países, las callejuelas que sus pies recorrieron; no me dijo qué le asombró o lo decepcionó y por qué. No hubo relatos de alguna amante perdida en Francia, un recuerdo de su niñez, cuál era esa memoria que le volvía líquida la tristeza en los ojos. Me relató parte de su vida, más no lo que le hacía él.

Tampoco me creí apto de culparlo por eso, al yo encontrarme incluso más lejos que él de confesarme.

Así que cuando salimos, ya con las estrellas sobre nuestras cabezas, me dijo que le alegraba haber pasado tiempo conmigo. "Nos vemos, Illy", fue lo último que pronunció en mi dirección antes de dar la media vuelta y comenzar a andar. Me quedé embobado por el mote, pues habían pasado años desde que alguien me llamó de ese modo por última vez; tan ensimismado me dejó, que no fue hasta muy tarde que me percaté que no hubo cita alguna para vernos después, no tenía el número de su casa guardado en la bolsa y él tampoco el mío. Ni siquiera conocía su apellido, por lo que buscarlo sería imposible. Eso fue justo lo que quise desde un inicio, estaba claro, fue por ello que no entendí la razón por la cual su ausencia me dejó un vacío irrellenable en el pecho. Tal que si algo extrañara entre mis dedos, como si me faltaran las manos; los brazos, el cuerpo. O tal vez lo que había huido junto con él era el otro yo, mi conciencia, mi cordura y ahora solo quedaba el cascarón de lo que yo era.

¿Tenía sentido? Debí esperar ese vacío, pues preparé a mi mente para ello y aun así me golpeó de una forma que no hubiera imaginado posible. "Debiste haber sido más egoísta y quedarte con él", murmuré a mis adentros, pero el otro yo no respondió. Me quedó claro: Mich lo había secuestrado.

Volví a casa con la nube de la derrota sobre mi cabeza, mucho más tarde de lo usual. Tanto así que cuando acerqué la oreja hacia la puerta, pude escuchar del otro lado las voces de Diane y James; debían pasar de las nueve y media, por lo cual ya estarían cenando. Recuerdo recargar la cabeza sobre la superficie ahogando un suspiro. Detestaba de sobremanera llegar a casa después de ellos, pues significaba que tenía que atravesar toda la sala de estar y el comedor bajo el escrutinio de sus miradas. Si yo ya estaba en casa al ellos volver del trabajo, podía permanecer en mi habitación, silencioso, fingiendo dormir si por alguna razón les daba por entrar.

Aquel día, claro, eso no fue así.

Al adentrarme en ese sitio, lo primero que vi fue el sillón de Jo vacío, lo que quería decir que había discutido con ellos. Por lo general no le importaba mucho seguir haciendo sus cosas sentada frente a la mesita de la sala, ya fuese tarea o matar el objetivo de su videojuego de turno. Solo cuando se peleaban ella optaba por irse a su habitación, o la mandaban ahí; sea como fuese, era un mal presagio. Discutir con Jo siempre ponía muy irritable a mi madre, lo que, en consecuencia, significaba que James estaba más predispuesto a la pelea.

Las páginas que dejamos en blanco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora