PÁGINAS BLANCAS [✓]

CAPÍTULO 8

SCARLETT ÓLIVER
 

 
   
     
   
Mesas, pasto, humo de cigarrillos por todo el aire...

Salí en busca de Gray. Me sentía molesta con él, sin embargo, quería hablarle y darle la oportunidad de hablar y explicarlo todo.

Quiero que aclare todas estas dudas que están invadiendo mi cabeza. Quiero saber lo que ocurrió con ellos en California, y hablar de nosotros.

De nuestro indefinido tiempo juntos.

Gray en algún momento tendrá que dejar este lugar, creo que estaba tan ciega, enamorada de él, que no tuve tiempo para pensar en lo que pasaría después.

Mi mirada cayó sobre él, abrazando a Cristina, mi corazón se sintió extraño, como si estuviese encogiéndose. Ella es mi amiga, pero no pude evitar sentir celos y un poco de rabia.

Me devolví a la fiesta pensando tantas cosas, Gray y Cristina. Entonces esa era la razón por la que Cristina estuvo teniendo una mejor actitud conmigo, por esto Gray no quiso contarme sus cosas, por esto no me ha pedido aún que sea su novia.

En estos momentos es inevitable no sentirme usada por Gray.

Dentro de la fiesta observo a Gina. Ella estaba en la pista de baile con Mike, abrazados, dándose besos y solo podía pensar en si Gray y yo pudiésemos estar asi, asi de novios, queriendonos y demostrándonos amor.

Fui a la barra a pedir un trago y a penas lo tuve en mis manos lo bebí, deseando que ese alcohol me hiciera olvidar todo, todo lo que estaba sintiendo por Gray, toda la decepción y todo el amor que a la vez sentía por él. Quería olvidar que en este pequeño lapso de tiempo llegó un chico que volteó mi mundo, quise olvldar a Gray.

Giré para mirar a la fiesta y noté que Gray y Cristina estaban volviendo a ella.

Ahora mismo, cada sentimiento maligno era dueño de todo mí.

Gray y yo chocamos miradas y enseguida dejé de verlo para luego dirigirme al baño. De alguna manera sentí que me estaba siguiendo, pero yo no quería ni verlo, ni tocarlo, nada.

Entré rápido al baño de chicas y me sentí a salvo del chico del que estoy enamorada.

Recosté mi espalda contra una pared, solo tenía ganas de llorar y soltar todo lo que estaba sintiendo ahora.

Despues de un momento me miré al espejo y mis lagrimas ya eran dueñas de mi rostro, ya habían acabado con mi maquillaje y me observé por un corto momento. Estaba totalmente destruida y mi maquillaje corrido por toda mi cara era el claro reflejo de como me sentía justo ahora.

Mientras observaba mi rostro cubierto de rímel corrido, noté a alguien apareciendo detrás de mí.

Cristina, era ella quien estaba siguiéndome.

Me sorprendió, ya que, curiosamente lucía justo como yo, con todo su maquillaje corrido por las lágrimas, eso me hizo confundir más de lo que ya lo estaba.

Ahí estábamos ambas, mirándonos por medio de un espejo sin decirnos nada, con todas las palabras presas en el nudo de nuestras gargantas.

Lentamente se fue acercando y me rodeó con sus brazos. No esperaba que me diera un abrazo en un momento así, era una sorpresa para mí, que incrementaba mi confusión.

—Voy a extrañarte, amiga —dijo con un tono de voz melancólico.

Ahora sí estoy totalmente confundida.

—¿Que dices? —fruncí el ceño mirándome en el reflejo del cristal.

—Todo este tiempo... Te hice a un lado, me volví otra persona —el tono de su voz en cada palabra me entristecía—. Ahora que me queda poco tiempo contigo... Es que pude volver a valorarte —soltó un llanto y mi corazón se abrió en dos—. Tú siempre fuiste mi amiga.