GRAY ALLEN
Decepción, desaprobación, palabras envenenadas por mi padre...
Recién volvía a casa, y nada por aquí había cambiado, sí, era otra casa, otra ciudad, pero seguíamos siendo la misma familia destruída. Papá desaprobandome como siempre, recalcandome que siempre hago las cosas mal, mi madre engordando su vista y luciendo indiferente, mientras mi hermano Gary generaba pequeños traumas en su mente al escuchar nuevamente otra discusión de padre e hijo.
Sé qué, Gary suele preguntarse si así serán las cosas cuando el sea más grande, también sé, él está casi seguro de qué también será así, porque yo estoy seguro de que sí.
Soy un chico rebelde, lo admito, es solo que me gusta disfrutar de mi vida a mi manera, no tengo que seguir las reglas de vida de mis padres, ellos vivieron e hicieron su vida a su gusto, yo también tengo derecho a hacer con mi vida lo que me plazca. El hecho de que ellos pongan un techo sobre mi cabeza y un plato de comida en la mesa, no les da derecho a controlar mi vida. Tienen el derecho de llamarme la atención por algo mal hecho y darme un sermón lleno de consejos que seguro no escucharé, sí, pero no permitiré que me obliguen a tomar caminos que no quiero recorrer.
—Nunca te autoricé ir a ese viaje, además te llevaste a esa chica, Es que, ¿Acaso no recuerdas que estamos aquí por una locura similar a esa? —mi padre regañaba. Yo sólo escuchaba sus balbuceos, sentado en el sofá.
—No menciones más ese tema, por favor, no te pido más —dije en un intento por sonar tranquilo. Miré a Gary, él estaba asomándose por el marco de la puerta, espiando.
—Ahora resulta que no te pueden mencionar a tu noviesita Gail —dijo en un tono burlón y me puse de pie al instante.
—¡La próxima vez que la menciones te las vas a ver conmigo! —sentencié y salí molestó de la sala para pasarle por un lado a Gary y salir de la casa.
—Tu eres el que se las verá conmigo si vuelves a amenazarme —lo escuché gritar mientras salía.
La ira invadía mi cuerpo, los malos pensamientos llegaban a mi mente y los malos sentimientos a mi corazón. Odiaba que él nunca haya querido comprender lo acontecido con Gail, y que me lo recuerde sin que le importe nada, el no sabe lo mucho que sufro por ello, me lastima todo lo que pasó, aún es una herida que no sana, y él mete su dedo en esa herida cada vez que se molesta conmigo. Quisiera enfrentarlo, no soy alguien agresivo, pero cada vez que lo hace, sólo siento ganas de romper su boca de un puñetazo. Quiero evitar esas cosas, quiero evitar una pelea con mi padre porque sé qué eso destruiría todo, por eso siempre que me lleno de ira, trato de huir y evadir cualquier situación que pueda terminar en agresiones.
Camino a casa de Scarlett y toco su puerta. Segundos después, la misma Scarlett abrió su puerta, y me recibió con un beso y un abrazo.
El día de ayer llegamos del viaje, era de noche para nuestra llegada, así que todos decidimos volver a nuestras casas directamente y descansar un poco.
La alegría en el rostro de Scarlett era contagiosa, me hacía olvidar las malas cosas que estaba pensando y poco a poco desvanecía toda la ira que venía acumulando desde hace un momento.
—¿Que tal están tus padres? —pregunto mientras entramos a su casa.
—Papá está por fuera, no sé qué estará haciendo, mamá está en la cocina —justo pasamos por la puerta que daba hacia su cocina y ahí estaba la señora Sarah con unas frutas en sus manos. Le dí un cordial saludo.
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PÁGINAS BLANCAS [✓]
Novela Juvenil[TERMINADA] Scarlett Óliver se reencontrará con Gray Allen luego de nueve años, es entonces cuando las lindas memorias con su infante compañero se hacen presentes en su mente. La curiosidad de Scarlett despierta al ver el reflejo de un alma lastimad...