Páginas Pintadas #4 Final

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George Gallagher

Árboles, mascotas y muchas hojas en el suelo...

El otoño ya se hacía presente en Charlotte y nosotros lo contemplabamos en Freedom Park, el cual estaba llenos de hojas color ocre.

Era nuestro tercer día de viaje y seguíamos de turistas, paseando por diferentes lugares, recargando la gasolina del auto, comiendo en la calle y durmiendo en algunas posadas. Era una travesía divertida en la que disfrutaba de la mejor compañía posible. Había pasado todo el viaje sacando fotos y guardandolas para hacer algo creativo cuando regresara a casa.

Apunté con mi cámara al lago de Freedom Park y saqué una preciosa foto de la pequeña fuente que yacía en el agua.

Sentía la mirada de mi novia sobre mí, y me gustaba esa mirada porque sin la necesidad de voltear para verla, ya sabía que estaba sonriendo, con ojos brillantes y enorgullecidos de mí.

—No puedo creer que no me haya enterado antes de lo feliz que eras tomando fotografías, debí saberlo. —mencionó detrás de mí.

Nunca quise comentarle a nadie de la pequeña afición que tenía. De cierto modo era algo que me causaba algo de vergüenza, era un lago que se me hacía difícil mostrarle a alguien, hasta que Cristina lo descubrió y no podía pensar en otra persona que no fuera ella para mostrarle lo que hacía. Tenía que ser ella, era la ideal para descubrirlo y así motivarme a enseñárselo al mundo.

—Pues, ya lo sabes, y me siento bien con eso.

—Dime, ¿Es tu sueño? —preguntó, con una genuina curiosidad.

—Aún no estoy del todo seguro si te soy honesto —dejé mi cámara y me fijé en ella—. Pero esto me gusta, realmente me gusta y creo que podría dedicarme a ello.

—Si es así, yo te apoyo. —me dijo y luego me dió un corto beso.

Ella sonrió y miró al suelo.

—Gracias por eso, en serio.

—No me des las gracias por eso.

Me recosté en el césped y dejé caer mi cabeza en sus muslos. Ella comenzó a acariciar mi pelo y la paz que eso me transmitía era única. Creo que esa era la palabra ideal para definir lo que sentía por Cristina: Paz. Me siento tranquilo cuando estoy a su lado, no importa si es en un parque o en una carretera, todo en ella, su olor, su voz, todo en ella me regalaba una tranquilidad que no había conocido.

Quizás exceptuaba sólo la montaña rusa, no había maneras de estar tranquilo en esa cosa.

La hojas color ocre caían de los árboles y era quizás lo que más veían las personas presentes en el parque, pero había un color en el parque que no era el ocre y que a mí me gustaba más. El color rubio del cabello de Cristina que, de cierto modo contrastaba con el otoño. Su amarillo cabello combinaba perfectamente con los tonos naranjas de la estación.

—Tu cabello es más atractivo que el otoño. —dije, y ella me quedó mirando, sin comprender bien lo que acababa de decir.

—¿Qué? —ladeó su cabeza a un lado y lucía un poco confundida—. Es un lindo e inusual cumplido, gracias.

—Es una lástima que tengamos que regresar mañana, la estamos pasando tan bien.

—Es cierto, y pensar que aún no hemos hecho alguna locura.

—Pues —pensé por un momento—. Puedo desnudarme aquí y correr a ese lago.

Sonríe, pero creo que yo sería incapaz de volver a hacer esa locura, y mucho menos en un lugar tan transitado como Freedom Park.

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