CAPÍTULO 19

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GRAY ALLEN




Autos, bullicio, personas caminando por la ciudad...

Algunos caminan, otros pasean,. Agunas personas tienen un punto fijo al cual dirigirse, quizás el trabajo, el colegio, alguna cita o simplemente la tienda de golosinas. Otras personas sólo están de paseo con sus acompañantes, amigos quizás, novios, la mascota, y luego estoy yo, no me dirijo a ningúna parte, nadie me acompaña. Estoy sentado en solitario, en una bonita plaza, observando a cada persona entre la multitud y preguntándome cosas, pensando y alimentando mi curiosidad.

Me puse de pie y me dispuse a caminar hacia un starbucks que estaba a la vista. Entré haciendo sonar la campanilla de la puerta, tomé asiento en un taburete. Ordené un capuchino alto y pagué 3.25 por él. El jóven que me atendió parecía ser un chico amable, con su largo cabello escapando por su gorra, con una piel clara y un uniforme que tenía anotado su nombre: Patrick.

Tomé de mi café y el sabor se hizo presente en mis pupilas gustativas.

«Que creación tan perfecta es el café.»

Comencé a ojear mi nuevo celular y ví la barra de notificaciones, observando una noticia que anunciaba un nuevo partido en el que Robert Lewandowski había marcado otro HAT-TRICK. Es una máquina de hacer goles ese polaco, aunque su nivel creció tanto en el Bayern Munich, es una lástima que haya dejado al Borussia Dortmund, el y Marco Reus crearon una magnífica dupla en el año 2013, campaña en la que hicieron temblar a toda Europa. «Que tiempos aquellos.»

Salí nuevamente a la calle, sin un rumbo fijo y me detuve cuando observé mi reflejo en el cristal de una tienda. Jogger oscuro, suéter blanco al igual que mis Yeezys.

«Joder, que buen estilo» pensé mirando mi reflejo, con mi capuchino en mano.

No está mal que de vez en cuando yo mismo me haga un cumplido, creo que la gente debería hacerlo más seguido, recordarse a sí mismos que lucen bien o auto felicitarse por alguna buena acción.

Sigo caminando por la acera mientras los carros pasan haciendo ruido y las personas van de un lado a otro, hablando, mirando sus celulares.

Tomo de mi capuchino hasta que me encuentro con una exhibición de instrumentos musicales, guitarras, baterías, violines, trompetas. Miraba cada uno de los instrumentos y me daban ganas de tocar cada uno de ellos. Quisiera tanto ser un guitarrista, acompañado por una banda, viajando el mundo, interpretando canciones. Que fantástico sería vivir creando música.

A veces pienso que tocar en una banda está un poco infravalorado, digo, tocar en una banda tiene que ser genial, es increíble cuánta gente hoy en día ignora lo magnífico que es tocar con una. Estar con un pequeño grupo de personas tocando una misma melodía con diferentes instrumentos, la concentración y conexión que se debe tener en un escenario. Es tan increíble como un baterista sabe dónde tocar exactamente con sus baquetas y en qué momento hacerlo con tantas canciones diferentes. Poco se habla de eso de todo el estudio que requiere ser un verdadero músico.

Seguí con mi caminata hasta que por fin llegué al hotel donde me estaba hospedando. Entré en él y le dí un saludo a la recepcionista. Una chica muy amable, con gran carisma, se nota que su trabajo le agrada y no hay nada mejor que eso. Producir dinero haciendo algo que te gusta, no está nada mal.

Tomé el ascensor y en él estaba un señor con un equipaje. ¿Está de turismo? Tal vez, ¿Se mudó? Quizás, ¿Es un asesino en serie y esa valija contiene algo sospechoso? No lo sé, es posible, tiene cara de mala persona. Sé que no deberíamos juzgar sin conocer, pero vaya que no me da buena espina y tengo que admitirlo. Es un desconocido, así que podría imaginarme cualquier cosa sobre él, y todas tendrían la misma probabilidad de ser ciertas.

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