CAPÍTULO 18

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SCARLETT ÓLIVER

 
 
 
 
 
Miedo, dudas, lágrimas rondando mis mejillas...

No comprendía lo que acababa de suceder, pero por alguna extraña razón, sentía un enorme dolor en el pecho.

Mi chico tenía la cara golpeada y todo su semblante desprendía tristeza. Sus ojos estaban más opacos que nunca, y sus palabras expresaban una extraña despedida.

Sentí ganas de abrazarlo, de correr trás de él y atraparlo en mis brazos para así resguardar su sufrimiento en mi abrazo, pero no lo hice, no pude y no supe cómo o por qué.

Creo que en el fondo me esperaba esto, el momento en el que me despediría del chico que amo. Quizás por eso no intenté detenerlo, porque siempre supe que esto pasaría, sólo no quería aceptarlo porque me lo imaginé muy doloroso, y resultó peor de lo que esperaba.

Duele, realmente duele.

Por no saber que pasó, por lo repentino, por sus moretones. Justo cuando creí que todo estaba un poco más claro por saber lo que los había traído realmente a este lugar, y la razón de la tristeza que Gray cargaba en sus ojos; pasa esto.

Observo en la oscuridad, su silueta, que desaparece de a poco, y su mochila negra, la que me dice que él se está marchando y que no volverá. Y ahí, bajo la noche, por la ruta donde nos escapamos esa primera vez, lo veo quizás por última vez, nuevamente con dudas, queriendo correr hacia él sin que importe nada, pero una parte de mí sabe que esto tiene que ser así.

¿Por qué razón tiene esos golpes en su cara?

¿Por qué se despide sin dar tantos detalles?

¿Por qué siento que mientras más lo observo en esta oscuridad, más difícil de decrifrar es para mí?

Me dejé caer al suelo mientras Brown se abalanzaba sobre mí y yo lo sostuve, como lo único que iba a quedarme de él, aparte de los hermosos recuerdos y toda la extraña combinación de sentimientos que me produjo durante esta efímera historia que vivimos en su visita a Beaufort.

—¿Ni un mensaje? —preguntó Gina comiendo de su sandwich.

—Nada —tomé un respiración profunda—. No sé qué pensar.

—¿Ya lo llamaste? ¿Qué hay de sus redes?

—He marcado su número, pero sólo repica, y está inactivo en sus redes desde hace tres días —miré mi celular sin razón alguna—. Es como si de verdad hubiese desaparecido.

Han pasado tres días ya desde aquel extraño momento en el que Gray fue al patio trasero de mi casa y se despidió de mí. Desde ese entonces la confusión reina en mi cabeza. Me lo esperaba, sí, llevaba días pensándolo antes de que pasara, pero sin embargo fue un balde de agua fría, ocurrió cuando menos lo pensaba, estaba casi segura de que Gray iba a dejarme en cualquier momento, pero, ¿Por qué no contesta a mis llamadas? ¿Por qué no me ha dejado ni un mensaje? No sé nada de él, ni de su paradero, y eso es lo que me está volviendo loca.

—Sé que lo extrañas —solto su sandwich y me dió un abrazo reconfortante—. Gray aparecerá, no te preocupes, quizás le ocurrió algo muy malo, mencionaste que su cara tenía moretones, además, lo que te contó de su pasado, Scarlett —pausó—. Trata de ponerte un poco en su lugar, él quizás no se encontraba en su mejor momento, es obvio que algo ocurrió en su casa, algo que desconocemos.

—¡Bingo! —me solté de su brazos pegando un pequeño salto—. ¡Eso es amiga! Su casa, tengo que ir a su casa, tengo que averiguar lo que pasó.

—Sí, exacto —dijo emocionada—. Quizás y él al final esté en su cuarto, no lo sé.

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