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- ¿Goodwin? ¿Galathea Goodwin? - una tonada masculina mascullo su nombre en forma de pregunta a sus espaldas.
Todo tipo de movimiento fue restringido de manera particular entre el cuerpo de la menor, quieta tal como si hubiese muerto de pie con la diferencia de aun estar respirando. Otra helante gota de frío sudor bajo por su frente, sus ojos abiertos con cautela y un pequeño temblor en esos rojizos labios brillantes.
Podría estar nerviosa ante la situación, pero el miedo era algo que ya no sabía experimentar, le sacaron tanto que terminaron sacándole el miedo. La presencia del hombre a sus espaldas le brindaba cierto escalofrío, aunque cierto sentimiento de calma al darse cuenta de que no la mataría, por el momento ella era un blanco fácil y aún no sentía líquido caliente bajando por su cuerpo gracias a alguna bala impregnada con odio por el desconocido.
- Emmet, al fin te encuentro, ¿Qué haces... aquí. - otra tonada masculina de voz se dejó oír con preocupación causando ahora sí que Goodwin no permaneciera callada por más tiempo.
Aprovecho la distracción y en un rápido movimiento alcanzo a tomar aquella pistola entre sus manos, aferrándose a ella como si su vida dependería de ello. Dio media vuelta enfrentando cara a cara a los presuntos salvadores, encontrándose con dos muchachos de alrededor de veinte años. Uno de ellos conservaba unos despeinados rulos rubios sobre su cabeza acompañados de una barba bastante bien cuidada dentro de todo, vistiendo una camisa beige y una mirada de respeto hacia la chica. El otro exhibía una sonrisa junto a un ceño fruncido, cicatrices en su rostro y una chaqueta inflable que aparentaba haber sido remendada varias veces a causa de las telas cubriendo ciertas zonas sobre esta, el soldado no dejo pasar la sucia cabellera castaña del muchacho, ya que la idea de poder freír unas poco apetitosas papas fritas con todo el aceite que el cabello del chico demostraba tener recorrió su mente.
- No hago nada, solo acabo de encontrar nuestro boleto de salida de este circo, Alden. - río irónico levantando las manos en señal de rendición cuando noto la intensa mirada asesina que la muchacha le envió con desprecio.
