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- Maldita sea, no quería tener que volver a hacer esto, pero ustedes lo piden. Les dije que no quería moscas volando sobre la mierda, lo dije dos veces, la tercera es la vencida. La primera fue gratis, la segunda fue suerte y la tercera se acaba. Sin excepciones. Bueno, volvamos a lo de antes. - el hueco sonido de la madera golpear algo logro que sus llorosos ojos abrieran con pesar, arrepintiéndose al instante.
- ¡No! - el sofocante y desgarrador grito de Maggie la sacaron de órbita, su corazón se estrujó una vez más en lo que buscaba no caerse sosteniéndose del barro. La leve lluvia aun caía sobre ellos logrando disfrazar sus lágrimas.
Ida, ida y aturdida observando a su hermano morir frente a sus ojos sin siquiera poder moverse al intentar impedirlo. La sangre de Rhee cayó entre el barro a montones perturbando todo una vez más.
- Maggie te encontraré... thea... cuídalas... lo prometiste... - pronuncio como pudo rompiendo en mil pedazos a las dos nombradas.
- Lo haré Glenny... lo juro. - paso por un infierno para poder decirle esas últimas palabras, las últimas que Glenn Rhee escucharía.
- ¡Oh mierda! Lo siento sé que les duele, pero les dije ¡Sin excepciones! - exclamó con diversión volviendo a dejar caer el peso del bate en la cabeza del asiático dejándolo sin vida después de unos golpes más.
Todo era rojo, a donde sea que veía lograba ver a sus seres más preciados muertos o sufriendo. Todo era soledad y perdición y tal vez siempre sea así.
Maggie perdía al amor de su vida frente a sus ojos y eso solo mataba más a la adolescente que estaba a punto de desmayarse en el suelo por tantas lágrimas perdidas entre sus mejillas.