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Carl yacía fuera del baño principal aguardando a que terminara de lavar su rostro del otro lado de la puerta, inevitablemente oyendo sus pequeños lamentos en el proceso. El chico dejó caer su frente sobre la blanca madera con cansancio, cansado de verla en ese estado desde que Negan llegó a sus vidas, cansado físicamente también. El sudodicicho se encontraba a unos metros, se dedicaba a servir espaguetis con música sonando en el ambiente, como si no hubiera destruido por completo la vida de los adolescentes presentes.
La perilla se movió indicando que thea saldría por fin del cuarto, Grimes dió unos pasos atrás dejándole espacio viendo atentamente sus movimientos. Se la notaba débil, considerando que había perdido sangre, obtenido cortes profundos y asesinado varios hombres en un día, debía estar cansada como la mierda, logrando que Carl ignorara su propio cansancio.
Pero el no lo vio por el agotamiento físico, claro que no. Estamos hablando de Carl y thea, por supuesto que el notaba todo lo que el resto no en ella y viceversa, dos pasos le fueron suficientes para tomar su cintura y acercarla a el sin preguntar ni decir nada.
El casi no auto sostenible cuerpo de Goodwin se dejó por completo a su merced sin decir palabra alguna, deseaba tanto estat entre sus cálidos brazos que casi llora cuando fue rodeada por ellos. Ya no sabía que más hacer, parecía que cualquier plan que ideara estaba destinado a fracasar tal como ella una y otra vez.
Estaba arriesgando vidas, comenzando a querer simplemente terminar con la suya como si fuera una opción.
El cálido toque de Grimes la mantuvo con los pies en la tierra, escondió su rostro entre el hueco de su cuello en el pobre intento de ocultar sus lágrimas. Lo único que podían escuchar era la música proveniente de la cocina, no querían hablar, no sabían por dónde empezar.
- Conmovedor, realmente conmovedor. Por favor no paren, no quería interrumplirlos pero la escena me está causando diabetes niños. - bromeó el adulto parado al final del pasillo con la menor de los Grimes en brazos, a diferencia de Carl, thea no lo miro, mantuvo su rostro oculto en el cuello del pelinegro sin querer moverse de allí por cuánto pudiera.
