8. Verdad a medias

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Los santeros levantaron sus cerbatanas, y tras lo que dura una sola inhalación, una tormenta de saetas envenenadas cayó sobre mí.

Me moví lo más rápido que mi cuerpo me permitía y levanté unos cadáveres que estaban a mis pies para utilizarlos como escudos de carne, no fui suficientemente raudo, 9 dardos venenosos en total, impactaron en mis brazos detrás de los guantes y piernas arriba de las botas, incluso un par se clavó contra mi abdomen, liberando las toxinas en todo mi organismo.

Los jarrones de arcilla fueron arrojados a mis costados quebrándose al colisionar en el piso, liberando enormes arañas mutantes con forma de cráneo y con ocho patas afiladas como agujas.

Las arañas mutantes corrieron con rapidez a mis pies y sólo pude soltar los cuerpos de los zombis sobre ellas para aplastarlas.

Un error, pues cuando quedé expuesto fui bombardeado por cegadores destellos gélidos que frieron mi carne como si hubiera sido impactado por rayos consecutivamente.

Los santeros eran capaces de utilizar ataques mágicos de gran potencia. Normalmente los espíritus habrían levantado uno de sus dominios en defensa, pero por alguna extraña razón, se mantenían ajenos al enfrentamiento y no sabían si debían apoyarme.

Hasta ahora he luchado sin el total apoyo de los espíritus, no entiendo porque no me prestan sus fuerzas. Los choques eléctricos que me azotan sin cesar interrumpen mis pensamientos al –cortar y continuar- mi ritmo cardíaco, impidiéndome pensar una solución.

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El Amo está envuelto en dolorosas explosiones de luz que hacen visible su esqueleto en un parpadeo.

El poderío que demostró al liquidar a los perros zombis fue insólito. Pero aún así, siento que no es lo mejor que lo he visto hacer.

El Amo extiende sus brazos y esferas envueltas de sombras salen despedidas a sus atacantes. Los orbes ni siquiera llegan a sus objetivos cuando se desvanecen con el viento.

¿Se le ha acabado el poder? ¿La oscuridad lo ha cohibido?

"No seas tonta, la oscuridad es parte de él..."

Al recordar esa línea de pensamiento que tuve cuando fuimos emboscados por los Taegorions, el enfrentamiento que tuvieron contra el Amo evocó frente a mis ojos, y fui iluminada por una idea.

La más comprensible diferencia de esa batalla y ésta, que explica lo atenuado que están sus poderes, es que en la otra batalla había algo que el Amo tenía... algo que no porta esta vez...

Mi mente me clamaba quedarme quieta y no hacer ninguna locura, pero me vi sorprendida cuando mi corazón movió mis piernas inconscientemente.

La mujer noble me gritaba por mi imprudente acto suicida, pero ya era tarde para devolverme. Corrí entre los cuerpos decapitados de los perros zombis, manchando mis antes brillantes zapatos nuevos en los charcos de sangre repulsiva, llevando entre mis manos el maletín del Amo y su bastón serpentino.

Cuando estaba a pocos metros de llegar a él, una explosión de luz ocurrió bajo mis pies, enviándome impulsada a rodar soltando lo que cargaba, regando todo su contenido.

Los frascos y contenedores de vidrio se quebraron derramando los líquidos y extractos que contenían. Los instrumentos médicos llegaron a lugares fuera de mi vista y el bastón con serpientes envueltas cayó a unos metros fuera del alcance...

La máscara con pico de ave del Amo dio unos giros y vuelcos, deteniéndose finalmente con el talón de su bota.

"Que torpe... dios... ¡Que torpe, inútil!"

Teaching Feeling: Sentimientos ApestososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora