19-5. El comienzo de un largo final

79 10 3
                                    


Un herido y chamuscado diablo espinoso saltó de un arbusto a otro lo más rápido que podía. Falto de una de sus patas y con varias de sus espinas rotas, la potente criatura necesitaba escapar o sería asesinado por sus perseguidores.

De pronto, un muro de arqueros le cerró el camino y antes de que pudiera retroceder, un relámpago lo alcanzó con una explosión, volando la mitad de su cuerpo junto a pedazos de tripas y astillas óseas.

—¡Alto!— ordenó el líder de los cazadores.

Los mercenarios de Rotza, Thomas Thule y Alessar se encontraron con un pequeño grupo que no reconocían.

A juzgar por sus particulares equipos, el archicazador Ludgiw Faramson adivinó que se trataban de aventureros cazando monstruos.

—Saludos ¿Quiénes son ustedes?

—Somos los hermanos de La Segunda Orden, del Testamento de los Inocentes, reclamamos el cadáver de esta bestia como nuestro botín.

—¿Qué? No pueden, lord Emile expresamente destinó este diablo espinoso para su majestad... ¿y nunca he oído eso del Testamento...?— respondió el mago.

—Yo sí— Alessar se tensó de inmediato —Yo sé quiénes son, arrasaron el castillo del barón Viernes. Atentaron contra hombres del rey.

Lenin dio la orden de apuntar.

—Así que son los perros de Brohench— escupió —mejor dicho, las mascotas del perro de Brohench.

El diablo espinoso, pese a haber sido malherido de una manera tan brutal, no estaba muerto todavía y en ese momento con las fuerzas que le quedaban, saltó a la garganta del hermano Lenin.

Fue un movimiento torpe, Lenin lo evadió con facilidad pero la bestia no había terminado ahí.

Con un alarido ruidoso, el diablo espinoso expulsó sus espinas como una tormenta de esquirlas rotas.

Alcanzó a varios hermanos cazadores, derribó algunas ramas y al finalizar, de los orificios de sus espinas liberó una nube con olor a sangre nauseabunda.


—¡Oh! ¡Esto es malo!— bramó Thomas —el diablo espinoso liberó una potente feromona. Debemos irnos o estaremos rodeados de monstruos.

Los cazadores no podían dejar a sus hermanos abatidos, pero si no se movían nadie sobreviviría. Ludwig tomó la difícil decisión de abandonar los cuerpos y retirarse junto a los mercenarios por el momento.

Todos abandonaron la escena con prisa hacia el horizonte de oriente, no había importancia en qué dirección elegían, estaban metidos en el culo de la horda y pronto estarían rodeados invariablemente.

En ese instante, bajo la atónita mirada del grupo, una docena de diablos espinosos aparecieron gruñendo de las sombras del bosque. Algunos eran azules, otros eran rojos y otros amarillos... era una escena extraña y como mínimo, desalmada.

—¡Repeledlos!— Ludwig dio la orden.

El grupo de cazadores incluido Alessar disparó con urgencia a las criaturas, pero tal como cabría esperarse ninguna flecha dio en el blanco.

Los diablos espinosos se movieron a súper velocidad, como sería típico, esquivando todos los ataques como fantasmas y arrancando la cabeza de otros tres hermanos cazadores.

—¡Maldición!— bramó Lenin —¡Hermano Archicazador, esto no tiene sentido! ¡Nos advirtieron de solo uno de estos engendros, no de una manada!

Pero Ludwig estaba tan perdido como él y no tenía cómo contestarle a eso.

Teaching Feeling: Sentimientos ApestososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora