--Sea cual sea el caso con una esclava, no es de importancia ¿por qué los cortejos entre los dos lo serían? Cierren la boca y volvamos a nuestros asuntos.
El príncipe Azariel me dirigió una mirada desprovista de cualquier sentimiento humano ordenando que me marchara. No había terminando mi asunto con Renn, pero aún tenía algo que le interesará escuchar. Con suerte eso le convencerá de que me permita quedarme...
--Traigo un informe para vos: En mi trayecto de regreso, me vi emboscado por un pequeño grupo de Taegorions que no fueron mucho problema, después, me tuve que enfrentar con miembros de una tribu de hombres salvajes. Eran Santeros de un clan llamado Ouroboros, controlando muertos vivientes.
A mi relato, Mythos se notaba algo más interesado que Emile y Renn, los cuales escuchaban con indiferencia.
--Santeros... jamás matar uno. Nigromantes empiezan aburrir...
Los Santeros controlaban una magia parecida a nuestros dominios concedidos por los espíritus, sólo que de una manera más grotesca. En lugar de invocar sombras invisibles ellos traían muertos putrefactos a la vida.
Azariel los detestaba, los repudiaba con mortalidad, por ello tenía a hombres como Mythos que se encargaran de castigarlos. Personalmente, pienso que no le gusta que nadie más controle la muerte además de él...
--¿Y sólo vos los has visto..., como concluyó el enfrentamiento?
--Los arrastré al inframundo. Aunque tenían una variedad de maldiciones y métodos para herir, usé sus propios ataques en su contra y fueron desintegrados.
--Entiendo... es irónico que uno de nuestros elementos considerado como inútil por algunos haya hecho mejor su trabajo que ellos, doctor.
No hizo falta ver que se dirigía a Mythos y Renn para saber que hablaba de ellos.
--No es nada, las sombras de mis manos tienen puños débiles pero un agarre muy fuerte.
Menospreciado... no era raro que ocurriera, aunque aún me resultaba sorprendente. No consideraba que ninguno de ellos estuviera por encima de mí, desde mi perspectiva todos teníamos la misma autoridad. A excepción del príncipe Azariel, claro.
--Doctor. Aunque no posea poderes curativos, ha sido eficaz en todo lo que se propone ¿no es así?
Supongo que he acumulado los suficientes méritos personales para que llegara a esa conclusión. En todos mis años en la hermandad no me había topado con un solo espíritu que poseyera el dominio de la sanación o algo parecido.
Sólo manos invisibles, presentimientos y algunas cosas más...
Todo lo demás lo he tenido que improvisar por mis propios métodos; la medicina poco ortodoxa, la armadura de acero necro, la túnica nociva y el aprovechamiento de personas con recursos convenientes.
--Si los puños son débiles..., tal vez podría probar con la rigidez de las garras.
Azariel murmuró meditando por unos largos segundos, debatiéndose razones que ni yo mismo conozco.
Pareciendo llegar a un dictamen -o por lo menos, a una idea-, observó la presencia que descansaba a su lado y luego a mí con una áspera sonrisa.
--Eres interesante, doctor. Siempre lo has sido. No importa cuanto lo evites siempre logras destacar y -siempre- terminas metiéndote en problemas que no deberías. Te encargaré un asistente, un ser que ignore las restricciones de la vida y la muerte para que te defienda de peligros y nos ayude a comprender hasta dónde llegan tus capacidades.
Dicho esto le hizo una seña a su fantasma para que viniera hasta mi lado, pero antes de que llegara, me aparté un paso de él a la vista de todos.
--Príncipe Azariel, no creo que haya la necesidad de que me vigile. Como ya le dije, sólo eran un grupo de hombres salvajes atacando los caminos, usando sus propios ataques en su contra fui capaz de vencerlos.
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Teaching Feeling: Sentimientos Apestosos
FantasyLa enfermedad de la peste negra llevaba bastantes años azotando las tierras de Europa, causando una catastrófica cantidad de muertes debido a su alta taza de mortalidad. Un Doctor de la Peste perteneciente a una orden oscura, toma una llamada de ayu...