13. Resquicio de poder

204 25 4
                                    


Era de noche. Faltarían apenas un par de horas para que comenzaran a salir los primeros rayos del sol.

El lich y el doctor estaban encerrados en el laboratorio mirándose frente a frente, era la decimoquinta noche que practicaban y solamente ahora había empezado a aprender.

A las órdenes de Azariel, Maglad se había comprometido a enseñarle nuevos trucos al doctor y volverlo más poderoso. Se había tomado muy enserio su responsabilidad como instructor tanto como sirviente, aunque habían pocas cosas que el doctor se atrevía a encargarle al lich.


"Todavía no me había acostumbrado a que Sylvie fuera mi esclava cuando también un demonio estuvo bajo mis  supuestas órdenes."


Por otro lado, el doctor no tenía ninguna cualidad con la magia común ni ninguna otra escuela de hechizos. Los dominios eran poderes otorgados por los espíritus, no se podían enseñar. En otras palabras Maglad no podía otorgarle nuevos poderes al doctor, pero sí podía aconsejarle de cómo usarlos mejor.

Cada noche durante las últimas dos semanas Maglad había disparado un ataque tras otro al doctor para aprender cómo es que había permanecido con vida hasta ahora.

El lich conocía muchas formas de hacerle daño; estacas de hielo, corrosión de la piel, espinas de cristal, formar sangrados internos, aliento de fuego y algunas maldiciones difíciles. En cambio el doctor había decidido defenderse con una limitada elección de aplicaciones de su dominio.

Atrapaba los maleficios que el lich le lanzaba con sus manos invisibles y los arrojaba de vuelta, el acero necro de sus guantes absorbía buena parte de los ataques mágicos sin forma como las maldiciones y haciendo uso de todo su arsenal de compuestos medicinales y venenos detenía sus propios sangrados para auto proporcionarse primeros auxilios después. Algunas veces, el doctor podía detener los conjuros de Maglad y controlarlos con sombras alargadas y zigzagueantes, otras veces atrapaba el hechizo de lleno y lo moldeaba usando sus propias manos.

Era fascinante.


Justo en ese momento el lich había dado comienzo a otro intercambio de poderes, primero conjuró un espacio más amplio para que el laboratorio del doctor no sufriera ningún daño, era el claro de un bosque brumoso similar a la tierra inconclusa, a continuación disparó tres esferas de electricidad del tamaño de huevos de gallina al cielo y disparaba una gran lanza de hielo al frente.

Era una táctica sencillísima, si el doctor se concentraba en un ataque no podría hacer nada con el otro y si lo hacía, quedaría descubierto para un tercer movimiento sorpresa. Maglad había tenido que encarar su buena parte de seres oscuros, monstruos y brujos mientras servía al príncipe Azariel, la magia de muerte y destrucción era tan natural en el tráfico de su mente como las demás.

Aún así –y no para su sorpresa- el doctor supo como zafarse de esta.

Sus manos invisibles agarraron las bombas de energía y las redirigieron a tres objetivos simultáneos: una aterrizó en la punta de la lanza de hielo cuando estaba a menos de dos metros del doctor, destruyéndola en una nube de escarcha y descargas eléctricas. Otra fue disparada directamente a la cabeza del lich quien fácilmente evitó el ataque conjurando otra lanza de hielo para interceptarla, finalmente la última fue enviada hacia las palmas abiertas del doctor quien esperaba recibirla.

La bomba explotó controladamente y el acero necro de los guantes del doctor absorbió la electricidad. Era una energía distinta de los relámpagos que los santeros habían disparado sobre él; era una electricidad meramente mágica que podía ser contenida...

Teaching Feeling: Sentimientos ApestososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora