Con un sonido tintineante, colocó la copa sobre la charola de plata tras darle un gustoso trago a su bebida. Era extraño... siempre le había fascinado el sabor, aunque no lograba concebir cómo ni con qué lo preparaban. El príncipe Azariel jamás visitaba el mundo terrenal, no tanto por algún tipo de limitación sino porque pocas veces le interesaba... y no existía ningún tipo de fruta en este fértil pero muerto plano. Con un poco de introspección Emile tenía la confianza de desvelar tal misterio, aunque este no era merecedor de su atención por ahora.
Una densa gota de escoria se deslizo desde la hoja por el asta de la lanza a su lado. Había acudido con tanta premura al cenobio de Azariel que apenas tuvo el tiempo para acabar con su "pequeño trabajo", ni qué mencionar sobre limpiar su arma o las gotitas color ocre rojizo sobre su rostro.
Su poca presentable apariencia destacaba aún más por las lujosas ropas cándidas e inmaculadas del príncipe justo frente a él, mirando por la ventana desde la que entraba una brillosa iluminación dorada que se reflejaba por el pulido techo en forma de cúpula.
Aún así, el pequeño cuerpo que sostenía en su abrazo no dejaba de apretujarse a él, como si pretendiera atravesar su poderosa armadura con ese mismo cuerpo, para unirlo con el suyo. Tal como se esperaría de una de las tantas musas del placer que el príncipe Azariel había hecho para sus amigos.
--¿Entonces, Emile? —con una voz calma y hasta melodiosa, el príncipe preguntó –Llevas aproximadamente catorce minutos bebiendo la misma copa y jugando con la misma mujer. ¿Desde cuándo te volviste tan vacilante?
El campeón del reino de Brennan sonrío, ciertamente el sentido del humor de aquellos con nombres aristocráticos era muy parecido allá donde fuera, solo difería la receptividad para con unos y otros... a veces.
--Príncipe, llevo aproximadamente catorce minutos aquí, alargando el contenido de mi copa pues no me has ofrecido más y aburriéndome con la misma golfa ya que es la única que me has traído. Además que todavía no me has revelado el motivo de mi llamado.
--Mi viejo amigo, te aseguro que no hay motivo de prisa, aunque te quedes aquí para siempre, la muerte no se detendrá en tu mundo y seguirán llegando tal cantidad de sacrificios a mi reino que tu presencia en la tierra de arriba será imperceptible... aunque si deseas volver a la luz de las estrellas, te prometo que regresarás antes que una gota de sangre ensucie mi invaluable piso.
Emile dirigió sus ojos por reflejo al asta de su lanza, donde aquella traviesa gota parecía querer aceptar el desafío del príncipe. Centró su atención a él una vez más.
--¿Tu rey no te ha comentado recientemente cierta actividad en la fauna local?
--Sí, últimamente es más frecuente que viajeros sean atacados por bestias mutantes o que incluso incursionen en pequeñas aldeas indefensas...
--¿Y no solo de simples bestias mutantes, verdad?
Emile bebió el último trago de su bebida antes de asentir.
Había una rara actividad surgiendo de las junglas y bosques en el territorio. Cada vez más monstruos reales eran reportados, como si algo estuviese estimulando la evolución de las criaturas mutantes, y se ha descubierto también la presencia de magia negra en casi todos los casos.
--Un aquelarre de brujos y seres malvados ha conseguido, de alguna forma, el poder para comandar tal cantidad de criaturas a placer. Sospecho que muy pronto ejércitos en todo el territorio tendrán que tomar cartas en el asunto... incluyéndote, amigo.
--Príncipe, ya veo a dónde quiere llegar.
--No. No lo haces.
El campeón del reino de Brennan no pudo evitar casi cerrar su puño, contrariado por errar y también casi lesionando el pequeño cuerpo que sostenía. Una risita de placer fue todo el gesto de respuesta.
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Teaching Feeling: Sentimientos Apestosos
FantasyLa enfermedad de la peste negra llevaba bastantes años azotando las tierras de Europa, causando una catastrófica cantidad de muertes debido a su alta taza de mortalidad. Un Doctor de la Peste perteneciente a una orden oscura, toma una llamada de ayu...