Me encuentro un sábado por la tarde en el Instituto. La cabeza me duele, como lleva siendo costumbre esta semana. Observo todo el trabajo que queda por hacer y me siento en el suelo desanimada. Quedan unas horas para la ceremonia y no creo que pueda terminar esto por mi cuenta. Empiezo a arrepentirme por mi comportamiento del día anterior. Quizás, si no hubiera sido tan dura, me encontraría en otra situación más ventajosa.
Viernes por la tarde:
Camino hacia el aula de arte con la intención de terminar todos los preparativos para mañana, pero me encuentro que el lugar es un verdadero circo. Todo el mundo hace alboroto, gritando y corriendo. Empiezo a dudar sobre la edad de algunos de ellos.-¡Deberiamos terminar hoy con las tareas pendientes! -Grito esperando que se me escuche entre todo el bullicio, pero no da resultado.
Me duele la cabeza, supongo que por la falta de sueño y por haberme saltado algunas comidas. Esta semana ha sido bastante estresante, y casi no he tenido tiempo por preparar el discurso perfecto.
Vuelvo a forzar la garganta y gritar para llamar la atención de mis compañeros, pero de nuevo soy ignorada. Me echo las manos a la cabeza frustrada y agobiada. Dos personas siguen corriendo, una de ellas parece haberle quitado algo a la otra.
Todo el bullicio termina cuando una de estas personas choca contra la estatua de cristal con el emblema del colegio. La escultura termina hecha añicos en el suelo y mi corazón junto a mi respiración se detienen por unos segundos que se sienten minutos.
Me llevo las manos a la boca, tratando de ocultar mi sorpresa y corro hacia el lugar para poder ver por mi misma la gravedad del asunto. Rota en mil pedazos, imposible de arreglar. Empiezo a hiperventilar, pensando en el castigo que puede caernos por esto. Los profesores habían confiado en que mantendriamos la estatua en perfectas condiciones hasta la ceremonia. ¿Ahora que iba a hacer?
Me doy cuenta de que el silencio reina en el aula y todo el mundo observa expectante mis movimientos. La rabia empieza a invadirme, rabia por la impotencia que siento y lo injusta que es esta situación.
-Lo sien... -Escucho al culpable decir mientras posa su mano en mi hombro. Lo aparto de un manotazo y lo observo con una expresión molesta.
-¡¿Por qué no podéis tomaros nada en serio?! -Pregunto apretando las manos en puños. -¡Sois unos inmaduros! -Grito con rabia.
-Ha sido sin querer. -Se defiende. -Lo siento. -Pero no percibo una pizca de arrepentimiento.
- Un «lo siento» no va a arreglarla. -Le respondo.
El chico me observa, sin saber que decir. Lo observo dar media vuelta y volver a su sitio avergonzado. La puerta del aula se abre y aparece Haechan, lo cual me enfurece aún más.
-¿Por qué no me sorprende que tu llegues tarde? -Pregunto de forma sarcástica. Lo fulmino con la mirada y él me devuelve una cargada de confusión. Veo que su vista se dirige al suelo, a los miles de cristales que ahí se encuentran y se agacha con la intención de recogerlos, pero le detengo.
-Quédate al fondo y no molestes. -Él se sorprende por mis palabras y frunce el ceño, pero no me contradice y hace lo que le pido.
Todos se encuentran en silencio. Observandome mientras me agacho y empiezo a recoger los cristales. Trato de respirar profundamente, para calmarme.
-Solo quería decir que de todas formas, ni siquiera queriamos estas aquí en un principio. -Vuelvo a escuchar la voz del chico que ha roto la estatua. Mi rabia que empezaba a apaciguarse vuelve a salir a flote por su comentario.
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Risky - haechan (VERSIÓN ANTIGUA DE BEGIN AGAIN)
Fanfiction¿tomarías el riesgo de enamorarte de la persona equivocada?